Muchas personas viven su vida, pegadas a su pasado, las conversaciones con los demás se circunscriben a repetir y repetir con persistencia sucesos acaecidos tiempo atrás, narran situaciones con tanta precisión, vehemencia y emoción que pareciera como si éstas hubieran acabado de ocurrir.
Para ellas no es fácil soltarse del pasado, tienen y mantienen un lazo fuerte e irrompible que se torna en la mayoría de las ocasiones, en barrera para asumir no sólo los proyectos cotidianos, sino que además de la tristeza manifiesta, sustentan una fuerte actitud que los lleva a aplazar reflexiones y tareas de transformación que podrían ser beneficiosas en su camino de vida.
Cuando se elige pensar de esta forma, se gasta el tiempo en asuntos que ya no pueden cambiarse y que roban la energía porque se tornan pesados e infortunados; desengancharse del pasado es una acción terapéutica y de ecología emocional que puede dar origen a alivianar los fardos que se han venido acumulando y cargando por años con todas las consecuencias que ello genera en cualquier ser humano.
El aferrarse al pasado, es como estar en una cárcel, esto quiere decir que se pierde toda libertad para tomar decisiones y buscar otras alternativas, se dejan pasar oportunidades, se aumenta el desinterés y la apatía; todo este desalentador panorama, limita los actos creativos y las motivaciones que podrían poner fin a la prisión. Cabe aquí la siguiente pregunta. ¿Será que alguien que está viviendo de esta forma, querrá salir de tal estado emocional y mental?
También es complejo en dichas ocasiones, compartir la vida cotidiana con una persona en estas condiciones, ya que aunque la amargura no es contagiosa, si se convierte en un obstáculo para que las relaciones fluyan de una mejor manera.
Es posible que las dificultades vividas en el pasado puedan haber generado tristeza o quizás una depresión, y es preciso afirmar que si se está enfermo, hay que pedir el apoyo de un profesional idóneo en estos temas. Es cierto que todavía existe cierto tabú respecto a las ayudas terapéuticas o farmacológicas, y hay personas que se inhiben de recibir tratamiento porque consideran que a pesar de lo mal que se sienten, no lo necesitan, asumen por el contrario, que solo se debe buscar ayuda cuando se trata de dolencias físicas.
Las emociones son un fuerte motor que pueden ser recursos u obstáculos para vivir mejo, son recursos cuando se aprenden a gestionar de manera adecuada, lo que significa que no es reprimir, ni guardar, sino dejar fluir y para ello es necesario expresar, observar, reflexionar, transformar y en lo posible soltar. Y son obstáculos cuando paralizan cualquier movimiento para recapacitar y avanzar. No pasar la página es tomar la decisión de quedarse en el pasado, sin vivir el presente, ni proyectarse al futuro.
Hay personas que afirman: ‘Es que lo que siento no lo siente usted’. ‘Es que yo me siento muy mal’. ‘Es que esto no me pasa sino a mí’. ‘Mi vida es desgraciada’. ‘Creo que no soy capaz de seguir…’
Ante estas palabras, es importante anotar que hay que abrir esa caja de herramientas internas, echarles mano e invertir en su salud emocional, muy posiblemente hay una serie de recursos a los que no se les ha dado importancia, por ejemplo, diversos asuntos pueden transformarse y avanzar si se hace uso de la voluntad. ¿Le falta a usted voluntad para pasar la página y vivir mejor?
Y qué tal el coraje, que no quiere decir que el miedo haya desaparecido, no, es precisamente que a pesar de sentirlo, se tiene la idea clara de que vale la pena asumir riesgos y soltar las cadenas que aprisionan; la mayoría de los seres humanos tiene un gran poder en su interior, pero sucede en muchas ocasiones que ha mirado más al pasado y hacia afuera y allí se ha quedado, sin darse cuenta de la riqueza que tiene en su interior y que muchas respuestas que busca, se encuentran ahí dentro.
Pasar la página significa, dejar de rumiar la misma historia día a día, soltar los momentos que cargan y hacen daño emocional, es aprender a mirar el mundo con un poco más de generosidad y gratitud, ya que lo que es común en las personas ancladas en el pasado, es que solo saben mirar hacia atrás y hablar de sus quejas y carencias.
Psicóloga
Docente Universidad de Manizales
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