Fanny Bernal O. * fannybernalrozco@hotmail.com
Al finalizar el semestre académico son muchos los estudiantes que expresan su agotamiento y no ven la hora de terminar. Algunos dejan acumular diversas responsabilidades y aplazan sus tareas lo que provoca tensiones, cambios de humor, dificultades para concentrarse, agotamiento, pereza, apatía, ansiedad, entre otros.
La respuesta adaptativa que tiene un estudiante frente a sus deberes académicos, tiene unas características que se denominan benignas cuando se hacen esfuerzos encaminados a lograr una meta en la cual, se tienen puestas ilusiones, esperanzas, competencias personales y una gran dosis de voluntad para conseguirlas, y nocivas, cuando ante las expectativas que se tienen frente a los propósitos o los objetivos, el cuerpo responde a través de enfermedades físicas o cambios emocionales que afectan el rendimiento académico y también las relaciones con las demás personas. El estrés nocivo, provoca llanto, miedo, dificultades para conciliar el sueño, desmotivación, enfado, irritabilidad, dificultad para serenarse y el disfrute de un buen descanso, cambios en los hábitos alimenticios y puede ser la puerta de entrada al consumo de alcohol u otras sustancias, como una manera de paliar las diferentes situaciones por las que se está atravesando.
Sin embargo, no todo el estrés que viven los estudiantes es causado por las responsabilidades académicas, en muchas ocasiones, es el resultado de la soledad; algunos de ellos están a muchas horas de distancia de sus seres queridos y carecen de los recursos emocionales adecuados para asumir esta nueva forma de vida, como es no compartir con sus familias, amigos o compañeros y vivir solos en una aparta estudio; aunque este sacrificio implique ver realizados sus sueños, el costo afectivo y emocional, es alto y por momentos doloroso.
Otras causas del estrés en los espacios académicos, son las derivadas de las relaciones de pareja; historias conflictivas, en las que prima la desconfianza, la ausencia de cuidado y responsabilidad, la indiferencia y hasta el maltrato, condiciones que afectan la autoestima y la dignidad de cualquier persona. Estos sucesos aunque se repitan, se niegan sistemáticamente, quizás con el afán y la esperanza de que la otra persona: “cambie y podamos ser felices”.
Por otra parte, las redes sociales son otro factor que influye de manera nociva en algunos estudiantes. Es pasmoso el estrés que les genera el ansia de estar conectados siempre, el miedo a que se acaben la recarga, la batería, a que no les contesten, a que los dejen en “visto”, a hurgar el mundo de los otros; se llenan de rabia por la manera como otros logran obtener algo que ellos no han conseguido; se avivan la envidia y los celos, ante ciertas circunstancias que están expuestas con urgencia, en un medio social que carece de intimidad.
Lorena, afirma que lleva noches sin descansar bien, desde que peleo con su pareja, se queda en las noches esperando cualquier repuesta a sus mensajes y no duerme cuestionándose acerca de la persona con quien él está conectado, hasta altas horas de la noche.
Tantos estresores impiden no solo disfrutar de la vida académica, sino que además los imposibilita para aprender a cuidar su salud mental y emocional.
Psicóloga
Docente Universidad de Manizales
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