Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Manizales
He sido despedido de manera fulminante. Se me ha comunicado mi invalidez, con los riesgos extremos si persisto en seguir detrás de la pelota. La maldita rodilla no aguantó. La rótula se desgastó, se jodió el cartílago y luego colapsó, cirugía de por medio.
Aplacé la decisión por años, huyendo, como si la vida dependiera de este momento. No sé cómo me afectará, si llegará o no el hastío, si las nostalgias me atropellarán por el camino. No quiero hacerme el interesante, pero alguna parte de mi cuerpo o de mi alma se ha marchado. Hoy entiendo mejor a los futbolistas en retiro, en su “día después”, cuando la pelota empieza a ser solo recuerdo. Ellos sí saben lo que es el ruido de los estadios.
Fui, como tantos, protagonista de potrero. De escenarios donde el sudor se multiplica porque no se manipulan las emociones y se juega sin trampas.
Tuve uno que otro salto de calidad con esporádicas jornadas arrebatadoras, era gambeteador intrascendente, pasador medular prolijo, distribuía la pelota con claridad, pero nunca clasifiqué como aspirante serio para competir en las alturas.
No daba para tanto. El fútbol me impuso unos límites que fui incapaz de rebasar, porque, creo, fue más extenso el repertorio burlesco que aporté, sin llegar al extremo de un paquete o un tronco. De paso, nunca jugué con el overol puesto y me daba aires de Burgués en el campo.
En la hora de los balances sé que he amado la pelota, con tal pasión, que es motivo vital de mi existencia. El fútbol: mi vida. El fútbol en canchas de barrio donde las ilusiones son tantas. Lejos del negocio, de manipulaciones, de componendas. Por ahí tengo en el recuerdo un gol olímpico hecho con la derecha, algunos títulos y muchos amigos. Nunca cabeceé, fallé muchos penaltis y ni de fundas me alineé como portero. La estatura no me daba.
Me voy del fútbol activo amigos. Me quedan la lengua y el cerebro para desarrollar mi pasión crítica, tratando de hacer con ellos tantas cosas que la naturaleza me negó cuando calcé los botines y busqué una relación íntima con la pelota.
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