“Non possumus non loqui”: no podemos callar
Señor director:
El libro de los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo IV, pone en labios de San Pedro esa frase lapidaria. Amenazados, conminados para que no anunciaran a Jesucristo ni difundieran su fe, los Apóstoles dicen: tenemos que obedecer a Dios, no a los hombres; no nos podemos callar. Me vienen a la mente la afirmación y la actitud de esos maestros, ante lo que está aconteciendo en nuestra querida patria; ante la forma en que un gobierno deliberadamente ciego, y sin sustento de legitimidad, sigue atropellando los sentimientos y las decisiones de la mayoría de los ciudadanos, y ante la arremetida feroz de las instituciones legislativas y judiciales contra todo lo que tenga cualquier asomo de religión, o algo que ver con la Iglesia católica.
El último zarpazo ha sido el que acaba de dar la Corte Constitucional: con ponencia del magistrado Alejandro Linares Cantillo, ficha del presidente Santos en ese organismo, ha declarado inexequible una parte de la Ley 119 de 1994, que contemplaba que la Conferencia Episcopal tuviera un representante en el Consejo Directivo del Sena y en sus Consejos regionales. Digámoslo con palabras llanas: se expulsa a la Iglesia católica de una institución a la que ella dio origen y en la que, desde el principio, ha colaborado con las orientaciones que nacen de su doctrina social y de su sabiduría plurisecular como educadora de las naciones. Es que a este gobierno, a estas cortes, la Iglesia les estorba; es que la visión del hombre y de la sociedad que ella tiene y defiende, es un obstáculo para el proyecto ateo y materialista que se nos quiere imponer; es que les escuece la imagen de un crucifijo en el muro de un aula. Es bueno recordar que ese propósito había ya aflorado cuando Gina Parody estuvo al frente del Sena, antes de trasladar sus aviesos proyectos de adoctrinamiento al ministerio de Educación; en resolución N° 452 de marzo del 2014, firmada por ella, se quiso ya suprimir el cargo de capellanes en el Sena.
¿Habrá derecho, siendo así las cosas, para que ahora se expulse con un plumazo alevoso de la Corte, a la Iglesia? ¿Tendrán alguna solidez los inanes “argumentos” en que el señor Linares sustenta su ponencia? Dizque la presencia de la Iglesia en el Consejo del Sena…” contraría el carácter laico y pluralista del Estado colombiano…” y puede estimular “la participación de esa iglesia en la construcción de políticas públicas que les serían aplicables” (sic). ¡Valiente pamplina! Y si la Iglesia católica constituye, como es innegable, una gran mayoría del pueblo colombiano, ¿no es natural y democrático, que tenga oportunidad de participar en la construcción de políticas públicas, máxime cuando ellas tienen que ver con la educación de la juventud?
Sigue, imparable y arrolladora, la campaña que busca raer del ordenamiento de la sociedad colombiana cuanto huela a religión católica, a principios morales y sociales cristianos. El gobierno actual de la nación pasará a la historia con el oprobioso estigma de haber trastornado cuanto de ortodoxia y ética cristiana había en el ordenamiento de la sociedad colombiana.
Felizmente, la Conferencia Episcopal se ha pronunciado, con claridad y firmeza, frente a este nuevo paso antidemocrático y violatorio de la auténtica libertad religiosa. Tenemos que unirnos a nuestros Pastores en esa actitud; tenemos que protestar. Una vez más, no seamos perros mudos. “¡Non possumus non loqui : no podemos callar!”
Mario García Isaza
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