Religión y justicia
Señor Director:
Todas las culturas tienen algún tipo de religión, el culto a Dios o dioses es universal. La religión se ocupa de las grandes cuestiones de la vida, la creación del mundo, del sentido de la vida, del significado del sufrimiento y del dolor, del bien y del mal, de las primeras causas y de los últimos fines, como del reino de lo sobrenatural que nos afecta a todos al ocuparse de la conducta humana y ética, mirando al absoluto con la esperanza de mejorar la vida en la Tierra. Los creyentes se aferran a su fe y algunos incluso mueren por ella, en esencia, la religión es la relación entre la humanidad y uno o más dioses, aunque algunas de ellas no tienen deidades como el budismo y el jainismo, pero en general todas enseñan a la gente a ser buena y así llegar a acercarse a su dios. Karl Marx, desconfió de la religión, y citando a Charles Kingsley, dijo que era “el opio del pueblo”, pero también vio algo positivo en ella, cuando la describió como “el corazón del mundo sin corazón”.
Los humanos, no importando su grado cultural, no se resignan a la idea de una muerte definitiva, a que su existencia sea un hecho pasajero o accidental, que fuimos arrojados a este mundo por un azar o que somos meras casualidades sin orden y sin fin. Por ello creemos que hay otra vida y que un ser supremo la preside. A pesar de los avances tecnológicos y científicos, no se ha conseguido arrancar a Dios del corazón humano, ni que las religiones se extingan. Pero no solo es la idea de la muerte lo que mantiene viva la trascendencia del alma, también la creencia complementaria de que es necesario, para que esta vida sea soportable, tener una instancia superior a la terrena, donde se premie el bien y se castigue el mal, se reparen las injusticias a que fuimos sometidos y reciban sanción quienes nos las inflingieron. Los avances que en materia de justicia ha hecho la sociedad son importantes, pero aun así, la sociedad tiene la convicción absoluta de que la justicia total no es de este mundo.
La justicia, es una creación humana para regular su comportamiento, y su primera alegoría tomó forma y nombre de mujer (Maat), era egipcia o con otros nombres como Astrea, Diké, Tehmis en Grecia o Iustitia en Roma, con los ojos vendados, interpretando imparcialidad e igualdad, también en una mano tiene una espada en posición de descanso al indicar que la fuerza solo se debe usar cuando es necesario y en la otra una balanza que representa el equilibrio. Con ello se quiere señalar, aunque no siempre es así, la imparcialidad y el peso de las pruebas, que inclinaría el fallo en favor de la verdad, pero la experiencia ha demostrado que ello no pasa de ser una figura simbólica. Muchas veces esa ceguera para no dar privilegios o hacer excepciones, se vulnera, ya que del otro lado se encuentran quienes hacen o proponen les leyes o quienes las reglamentan que también se ponen el velo a la hora de legislar.
La autoridad como lo define el DRAE “prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad o competencia en alguna materia” y no por su poder (ser más fuerte), es lo que le da la legitimidad a los poderes del Estado, pero hoy acudimos al desplome y desprestigio de esa autoridad pues desde el más humilde de sus jueces, hasta el más encopetado de sus magistrados son motivo de reproche de los ciudadanos por sus fallos que dan la impresión que no son tomados en justicia, sino con tintes políticos, económicos y a veces con fines inescrutables, burlando la buena fe pública depositada en ellos. Quienes hacen las leyes y quienes las reglamentan, lo hacen mal, no favorecen el bien común, sino intereses particulares
(pensiones) o son concebidas con tanta torpeza que los ciudadanos se ven inclinados a esquivarlas “hecha la ley, hecha la trampa”. El ejemplo de lo anterior lo tenemos en el proyecto de ley para reformar la justicia, que tendrá rango constitucional, siendo una legislación más en causa propia que desestabiliza el régimen constitucional, en la cual se legisla en favor del poder ejecutivo, el legislativo y el judicial y nada para una pronta y eficaz justicia para el pueblo colombiano que sigue y seguirá esperando que la justicia no sea “solo para los de ruana”. De ahí que seguiremos esperanzados en la justicia total, que es la divina.
Fernando García Cuartas
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