La calidad no se improvisa
Señor Director:
Es Vox Populi, la pésima calidad de la Educación colombiana, si se tienen en cuenta indicadores tan valiosos como son los resultados internacionales. La sabiduría histórica, no se equivoca cuando en pensamientos tan condensados, se expresa: “Por sus frutos los conoceréis”.
Desde luego, que las pruebas internacionales, tienen su valor y ayudan a explicitar y visualizar la inoperante calidad de la educación colombiana, pero tampoco debemos agachar la cabeza inclinándonos reverentemente como algo que no admite refutaciones, ni reparos como verdades absolutas.
No deben sorprender los resultados, teniendo en cuenta que los seres humanos somos el resultado de la Educación que recibimos en un altísimo porcentaje, ya que la Educación, influye, impacta, transforma a los seres humanos desde su interior formando ciudadanos competentes, lo que no acontece con el Modelo educativo, apéndice del modelo político-económico imperante en el país.
PISA, es un programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que investiga y compara el desempeño de las escuelas y los sistemas educativos en todo el mundo, evaluando a los estudiantes de 15 años en matemáticas, ciencias y lenguaje. Colombia ocupó en este módulo, el puesto 62 entre 65 y el Honroso puesto 44 entre 44 en el módulo Solución Creativa de problemas.
Parece una paradoja, que un país tan convulsionado y problematizado no haya tenido como prioridad la solución de problemas desde las aulas escolares, empezando por la convivencia. Se le da más prelación a la solución de los problemas imaginarios y poco prácticos de Baldor que a los que gravitan en los seres humanos.
Los responsables, los que están en primera fila, los políticos de turno, los caza-votos, se defienden empleando su demagogia proponiendo soluciones con retóricas llenas de sofismas, silogismos prefabricados, y artilugios amañados. Los expertos, los analistas, los pedagogos de última generación, (muchos de ellos ni siquiera son maestros), teorizan con disquisiciones muy aliñadas, florecidas y hasta filosóficas con enfoques muy clásicos, intelectuales, adornados con expresiones muy bien elaboradas, de corte muy académico, a veces con visión de futuro y, en últimas, nos quedamos con mucho maquillaje, pero con la misma cara.
Epidérmicamente y sin bucear muy profundo en el mundo de lo teórico-hipotético, veamos a la luz del pragmatismo, algunos factores que de forma o de fondo influyen en la pésima calidad educativa.
Los llamados “estudiantes”, por designarlos eufemísticamente de alguna manera, ya que la gran mayoría no tienen sino el nombre, actúan sin pasión, sin motivación, sin vocación por el ejercicio intelectual siendo atrapados y absorbidos por las liviandades y distractores que ofrece la vida contemporánea. Maestros, en su mayoría, son Excelentes, pero otro gran número de ellos, se desempeñan por necesidad y no por Vocación, primera condición para ser exitoso en una profesión y que por el desempleo y la falta de planeación, el Zapatero no puede dedicarse a sus zapatos, el bajo nivel de exigencia, el docente perdió autoridad y autonomía, trayendo como consecuencia que los títulos y las promociones se logren con el menor esfuerzo. La atmósfera escolar, es demasiado contaminada, ya que la escuela es el lugar de confluencia de todos los posconflictos sociales. Muchos de los problemas que ocurren en las instituciones educativas, no se dan a conocer por temor y por no “dañarle la imagen a la institución”. La feria de los títulos, la cobertura y la universalización de la educación, hacen pensar a los dirigentes de la educación, que cartoneando a diestra y siniestra, se mejora la calidad de vida y la calidad de educación. Aparecen ofertas educativas mediocres por todas partes. El hacinamiento, es un atropello a la salud, a la calidad y a la integridad, 50-60 estudiantes en aulas (jaulas), que son inadecuadas y que no reúnen las especificaciones técnico-pedagógicas. La mini-mini jornada escolar, transversalizada por infinidad de otras actividades: culturales, deportivas, sociales, reuniones, cumpleaños, ensayos, desfiles, patronales, religiosas, lúdicas, etc, que reducen la jornada a su más mínima expresión. La falta de continuiidad, no se valora el tiempo, no se crean hábitos de trabajo, no se desarrolla afecto por las actividades intelectuales, no se despierta motivación, ni se descubre la vocación. La desarticulación entre los diferentes niveles escolares echándose la culpa unos a otros de los fracasos. Aprendizajes sin significado, inaplicables e incompetentes. Los bajos salarios, que obligan a los docentes a quedarse hasta la edad de retiro forzoso por la imposibilidad de vivir dignamente con pensiones tan bajas como son las de los profesionales de la educación. Estabilidad laboral, permite a Directivos y Docentes que se queden en una institución educativa desde que inician hasta que se retiran atosigando, asfixiando y saturando a la comunidad educativa, solo por conveniencia personal. El corto tiempo para optar el título de bachiller, la contaminación política, de directivos que permiten el sectarismo, el favoritismo y sus copartidarios, la manipulación y politiquería. Un ejemplo son las Secretarías de Educación. Desde luego que la vinculación de docentes, es política, aunque se diga que los concursos son inmaculados. La falta de control, vigilancia y evaluación, en cabeza de profesionales serios, idóneos, verdaderos pedagogos que asesoren y orienten oportunamente para que las instituciones educativas no sean islas en virtud de su autonomía. Los padres de familia que transfieren su papel de educadores a los maestros y éstos aceptan por “ser los segundos padres”. Los aspectos pedagógicos, filosóficos, epistemológicos, lógicos, técnicos y otros, se analizarán en otro capítulo.
Cordialmente,
Elceario de J. Arias Aristizábal
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