Mermelada santificada
Señor Director:
En la columna del 29 de marzo pasado, el señor Carlos Hernández Osorio, hizo en LA PATRIA una oportuna y valiosa dilucidación sobre la famosa “mermelada”, tema que hoy se encuentra sobre la mesa y convocando a debate nacional. Menciona el columnista aludido el hecho de que el señor presidente Santos y algunos de sus áulicos incondicionales se han atrevido sorprendentemente a justificar el maquiavélico método de la famosa mermelada. Llega a afirmar el presidente Santos que dizque la mermelada también se practica en Estados Unidos, Inglaterra y otros países, vale decir en todo el mundo. De ser cierta dicha aseveración del mandatario, se deja venir automáticamente el interrogante de que entonces por qué la famosa mermelada ha sido signo de altísimos niveles de progreso económico, social, científico y técnico en dichos países, y por qué en cambio en nuestro país ha sido símbolo de atraso y estancamiento. Que le explique entonces el señor presidente Santos ese enigma al pueblo colombiano. ¿Por qué departamentos como Meta, Arauca, Putumayo y Chocó que han recibido la mermelada en altas cifras no tienen hoy acueductos, alcantarillados, hospitales, escuelas y vías de comunicación? Y departamentos más prósperos siguen aún con grandes limitaciones. ¿Por qué también tenemos regiones privilegiadas para la mermelada donde la misma se conoce va a caer como a un barril sin fondo? Me atrevo a insinuarle al señor presidente Santos que si le prometiera con todas sus fuerzas al pueblo colombiano, (aunque eso sería pedirle peras al olmo), como único punto de inexistente plan de un futuro gobierno, de abolir de una vez por todas ese fatídico sistema de la mermelada, y de distribuir el presupuesto nacional que todos alimentamos con los impuestos, con eso solo levantaría el desgano y hasta el desprecio que hoy siente el pueblo colombiano por su pretendida reelelección. El presupuesto nacional entregado a manos llenas a congresistas obsecuentes y habilidosos, para que dispongan y presidan obras planeadas a destajo y sin sujeción a un plan nacional, y donde estos politiqueros saben de antemano que se convertirán en votos a su favor, no solo son una de las causas de nuestro sempiterno desgreño y atraso, sino que es la razón irrefutable que en nuestro Estado sea inútil una oficina nacional de planeación, si el mismo jefe del Estado permite descuartizarlo con el sistemita de la mermelada. Como no existe una sincera voluntad de cambiar las cosas negativas que nos agobian, por eso mismo el presidente Santos sin el menor empacho sale a santificar la regresiva Mermelada.
Cordialmente,
Rogelio Marulanda G.
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