Recordando nuestra historia
Señor Director:
A mi memoria han llegado estas palabra de la Divina Comedia, porque me he obligado a detenerme, en frases que los literatos solían llamar “La dorada colina de los cincuenta años” para echar una mirada a lo que nuestro pueblo ha vivido, desde cuando mi generación entró en la lucha y lo que pueda hacer en los próximos lustros, cuando emprendan la brega de los colombianos Jóvenes.
Advierto que esta ojeada, que muchas veces temí hacer en medio de las fatigas y angustias de la lucha laboral y política cotidiana, no ha sido deprimente, sino por el contrario, estimulante, a pesar de que muchos de los conciudadanos de mi generación hemos visto todo sombrío cuando tropezamos con algunas dificultades. Proyectamos las fugaces angustias del presente hacia el futuro. Bajo la pesadumbre del pesimismo, podemos desfallecer en la batalla y entonces, todo estará perdido, no por culpa de factores extrínsecos, sino por obra de nuestra propia cobardía.
Después de haber vivido durante el siglo XX una etapa romántica y borrascosa, pero no del todo inútil, porque le permitió aglutinar su nacionalidad dispersa, Colombia entró en el siglo XXI dispuesta a corregir sus errores y a mirar con nuevos ojos su propia realidad, antes deformada por el prisma político.
La última generación de guerreros civiles entregó, no sin protestas, el gobierno del país a una generación nueva que se llamó del Centenario. Esta, influida por las nuevas corrientes del pensamiento universal, se dio cuenta de que la agresividad partidista no tenía ya, en la mayoría de los casos, causa verdadera en sus programas, pues existía un acuerdo nacional sobre los motivos del conflicto que nos llevaron a las guerras. No valía la pena matarse por el Federalismo o el Centralismo, ni por la educación laica o religiosa, ni por el principio de autoridad o de libertad. Ya se venían borrando las fronteras entre los partidos. Después de las fragorosas guerras civiles el panorama era desolador.
La población iba creciendo, las necesidades empezaban a asomar sobre el melancólico panorama nacional y era indispensable pensar en otras cosas. El pueblo así lo comprendió. Por primera vez se habló de acuerdos entre el Liberalismo y el Conservatismo, iniciándose una política que persistió bajo diversas formas y con distintos nombres. Viene luego una etapa de progreso en las obras de infraestructura y de avance en la agricultura. En los Valles de Antioquia y Santander se levantaron las primeras chimeneas fabriles. El lenguaje de los políticos empezó a perder el tono de los planteamientos estrictamente electorales, para hacer más énfasis en la economía. Colombia estaba entrando con paso vacilante y un poco tardíamente, en la era moderna.
Terminó la hegemonía conservadora con el presidente Miguel Abadía Méndez en el año de 1930 y se inicia otra etapa liberal con Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos, Darío Echandía (1944), Alberto Lleras (1945-1946) y gana luego Mariano Ospina Pérez (1946-1950), Laureano Gómez (1950-1951), Roberto Urdaneta (1951-1953) y llega la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (junio 1953 a 1957) y asume la Junta Militar (1957-1958) para abrir el paso nuevamente a la elección democrática que llevó a Alberto Lleras Camargo a constituirse como el primer presidente del Frente Nacional (1958-1962), gracias al Pacto concretado en España por el propio Lleras y el expresidente Laureano Gómez. Continuará.
Mario Amariles Ruiz
La propiedad del Hospitalito
Señor Director:
El 24 de mayo apareció en su sección “Línea Directa con el Director” un comentario firmado por “Un lector” donde hace un posible cuestionamiento desde el punto de vista jurídico, de la propiedad del Hospital Infantil por parte de la Cruz Roja de Caldas. Al respecto puedo manifestarle los siguientes puntos:
1. Tres ilustres abogados de las más altas condiciones ético, morales, hicieron el estudio jurídico sobre dicha propiedad y concluyeron con toda certeza que la única y exclusiva propietaria actual del Hospital Infantil, tal como ustedes también lo dicen en su “N. de la D.” es la Cruz Roja Colombiana Seccional Caldas. Este tema al igual que otros, fueron informados a ustedes y a toda la comunidad periodística de la ciudad y el departamento a través del comunicado de prensa con fecha febrero 16 de 2012 de la Junta Directiva de la Cruz Roja Colombiana Seccional Caldas.
2. Para aclararle al “Lector”, el doctor Rafael Henao Toro no nos donó ni el edificio ni los terrenos donde está construido el Hospital Infantil, el doctor Henao Toro, nos dio su bondad, su sabiduría, su luz, su intelecto y las demás virtudes que le acompañaban pero en ningún momento nos dio o nos cedió propiedad material alguna, y dada sus magníficas virtudes la Junta Directiva de la Cruz Roja Seccional Caldas le dio el nombre de Rafael Henao Toro a este Centro Asistencial.
3. Con respecto a la respuesta dada por la “N. de la D.” donde se nos pide que con los dineros de la eventual venta “realice inversiones en esta región para beneficio de los habitantes de Caldas”, debo informarle, que el pasivo pensional del Hospital Infantil, más el pasivo con el personal médico asistencial y el pasivo con los proveedores es muy superior a la cifra que pagaría el Departamento por el Hospital Infantil y que dichos pasivos seguirían en cabeza de la Cruz Roja Seccional Caldas.
Agradezco la atención prestada,
Isabel Jaramillo de Vélez
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