Vuelve y juega
Señor Director:
Una vez más, los entes gubernamentales y gran parte de la sociedad civil expresan su preocupación por el proceso educativo desde sus contenidos y metodologías, hasta los resultados, logros y consecuencias.
Llama la atención, la preocupación por el comportamiento de la juventud, tanto en el rendimiento académico como en su desenvolvimiento social y humano; por tal razón, diagraman legislaciones, trazan estrategias y tamizan contenidos para tratar de lograr una formación con calidad, sin violencia familiar y escolar, dentro del marco de la responsabilidad, el respeto y las normas de cultura ciudadana.
La ley de convivencia escolar ideada para poner fin al matoneo es una vez más un rociado de agua tibia, o como dijeran otros: “un tratamiento por las ramas cuando la infección está en la raíz”. Si se quisiera redireccionar el comportamiento juvenil, tendría que desaparecer de la Honorable Constitución el artículo tan atractivo para los libertinos que contempla el “libre desarrollo de la personalidad” y en su reemplazo incluir: “Obligaciones de los Padres para los Hijos y de los Hijos para con los Padres, maestros y superiores”.
Paralelo a la edad de ese diabólico artículo aparece la conducta social de las nuevas generaciones donde desapareció el respeto y la totalidad de los valores constructores de sana convivencia.
A los legisladores se les olvidó tratar de conocer algo de psicología humana para orientar en la legalidad el comportamiento de sus integrantes, por lo cual enfocan las leyes hacia el libertinaje para luego retroceder a la represión y el castigo. Se les olvida que para no tener que castigar y sancionar al adulto, se necesita educar, organizar y dirigir al niño; porque lo que él aprende lo práctica cuando adulto y esto implica intervención en el desarrollo de la personalidad de acuerdo a los principios de la sociedad de la cual forma parte.
Las sanciones concedidas para aplicarlas a los padres por acciones de jóvenes menores de edad caen fuera de lugar por cuanto, si se ha estimulado el libertinaje del libre desarrollo de la personalidad, menos actúa el intento de control y por el contrario se estimula el irrespeto y la violencia familiar, máxime cuando la mayoría de padres de familia tienen que trabajar y no disponen de tiempo.
Por otra parte, la ampliación de cobertura con sacrificio de calidad en donde ningún educador puede trabajar a satisfacción y eficiencia con cursos mayores de treinta alumnos para orientarlos pedagógicamente bien, es otra oportunidad de generación de violencia y baja calidad académica.
De todas maneras seguiremos viendo crecer jóvenes deficientemente preparados, irrespetuosos con sus profesores y compañeros, bandas juveniles en proyección subversiva, libertinaje sexual y explosión demográfica irresponsable; todo como respuesta al “libre desarrollo de la personalidad” y eliminación de normas y valores obsoletos para la sociedad moderna. Cuántas cárceles y cuántos policías irán siendo necesarios para controlar la delincuencia estimulada por la corrupción y sus tentáculos sociales aceleradores del caos.
Atentamente,
Euclides Manrique
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