La sociedad, requiere necesariamente de normas, de leyes, de acuerdos como reglas de juego para garantizar la convivencia. Las normas, son reguladores externos e internos de comportamientos humanos tratando de crear estándares que vayan señalando aunque convencionalmente los límites de lo normal. Si…, “El hombre, es un lobo para el hombre”, según T.H., se da por entendido que el ser humano, no obstante estar dotado de razón y de conciencia, facultades relativamente humanas, apela a la creación de normas con la intención de que sean justas, racionales, proporcionales, concertadas algunas y efectivas como algo útil en su desempeño social. La tolerancia como : “ indulgencia, respeto y consideración hacia las maneras de pensar, de actuar, de sentir de los demás, aunque éstas sean diferentes a las nuestras “, es una virtud social y desde luego, una opción como actitud humana para lograr entendimiento o aceptación de las debilidades de los demás con lo cual se aprende a convivir con las divergencias evitando la violencia.
Existen normas que son de fácil asimilación atadas al desarrollo natural del ser humano, las cuales se aprenden desde el hogar cuando los padres como verdaderos y auténticos educadores, van incorporando hábitos de buenas costumbres. Estas normas que son básicas por ser de la cotidianidad, se refuerzan y se practican con las relaciones interpersonales, en la comunidad escolar y en las relaciones microsociales, mediante un eficiente proceso pedagógico. Estas normas, se asimilan mediante la práctica de lo que significan los derechos, los deberes y las obligaciones sin recurrir a la represión, ni a la violencia. Estas normas, son las que se van desarrollando paralelamente como experiencias que se acompañan de valores éticos y ciudadanos y que se convierten en autorreguladores de actitudes y comportamientos formándose desde la conciencia hábitos para un buen vivir.
Estos comportamientos acráticos de la sociedad actual, planean que hayan normas reguladoras de comportamientos y cabe preguntar, ¿ Dónde quedaron los roles educativos de los padres en lo que eufemísticamente llamamos hogar como “sitio donde se enciende lumbre”, “ vida de familia”? ¿Qué se hizo la escuela que pregona “ la formación integral?
Hoy, màs que antes, estamos viviendo el “boom “ de la educación, se ha vuelto una prioridad familiar, estatal y social, sin embargo, nuestra generación actual con sus cartones que refrendan sus títulos de académicos, cada día dan menos testimonios de su acendrada educación. Lo elemental, lo cotidiano, lo vital, pasó a ser secundario y las consecuencias saltan a la vista .No se salva el Estado con sus políticas equivocadas y sus grandes exabruptos en el manejo de algo tan fundamental como la JUSTICIA, que hizo metástasis creando un grado superior de desconfianza ciudadana, hasta pasar del escepticismo a la incredulidad absoluta. Los desaciertos, los desafueros y la permisividad, hacen parte de ese paisaje de caos llegándose a un punto de no retorno. Decir, que el CODIGO DE POLICIA está descontextualizado, desgastado y en desuso, es decir inoperante, no es negligencia de los ciudadanos, es falta de eficacia administrativa de quienes están al frente de de estos asuntos. No es una sorpresa que estos vacíos afloren como desbordamientos de los comportamientos ciudadanos. La educación, así se diga lo contrario, sigue siendo transmisora de “ conocimientos”, de información, descuidando al ser humano como persona. Se preocupan por no quedar de últimos en las pruebas que para tal efecto se practican, pero se descuida lo esencial que es la formación con sentido humano apuntándole a indicadores de calidad y descuidando los verificadores de ineficiencia. La preocupación consciente o inconsciente, es apuntar al bienestar económico como prioridad y no en los valores intrínsecos del ser humano en relación con el ser para la sociedad.
En detalle, el nuevo CÓDIGO DE POLICÍA, es la respuesta a un deterioro o desgaste sistemático de nuestra sociedad colombiana en aspectos tan simples y cotidianos que hacen parte de un comportamiento que cada uno de nosotros podríamos cumplir sin tener que recurrir a sanciones por infringirlas, ya que nacen de un simple acto de voluntad su cumplimiento.
La mayoría de ellas, son nimiedades que hacen parte de la buena formación ciudadana la cual se aprende en la casa, se refuerzan en la escuela y se practican en el ejercicio ciudadano. No es más que volver a retomar a Carreño tan olvidado en estos tiempos.
El manejo de basuras, música a alto volumen, tomar un servicio de transporte sin pagar, pasear las mascotas y no recoger las heces, irrespeto a los policías, llamadas impertinentes, etc., son verificadores de la deficiente calidad de nuestra comercializada educación que en poco contribuye a dignificar a la persona humana .
Sigue el temor que nos advierte, que no todos los policías son ciudadanos de bien. Como en todas las profesiones, muchos de ellos sin vocación, han encontrado un puesto de trabajo para subsistir sin pensar en el compromiso que se tiene con la sociedad.
Esperamos los ciudadanos de bien, que el caos en la aplicación de justicia, no sea imitado en los casos en que se les confiere autoridad a la policía y que el remedio no vaya a resultar más nocivo que la enfermedad.
Que nuestros policías sepan combinar el buen uso de la cabeza con el bolillo y que eviten cometer abusos de autoridad con muchas personas sencillas que no tienen la capacidad de denunciar las tropelías que se puedan cometer en nombre de la ley.
UNA BUENA EDUCACIÓN ARTICULADA ENTRE EL HOGAR, LA ESCUELA Y LA SOCIEDAD, ES GARANTÍA PARA FORMAR CIUDADANOS RECTOS DE CONCIENCIA.
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