¿ No es mejor jugar al juego
que implica una diversión
y no jugar con el fuego
como violencia y pasión ?
Si la guerra siempre mata
acabando con la vida
¿ para qué gastar la plata
causando al pueblo una herida ?
Que la violencia se acabe,
que empecemos a gozar
porque esto no es jarabe,
ni un pasatiempo fugaz
ya es tiempo de disfrutar
de lo que llaman la paz.
¡ Duele, “ con dolor de patria”, que nuestro país, un pueblo de gente buena, pacífica y católica, sea uno de los más violentos de la tierra ¡ No hemos querido valorar desde la semántica, la diferencia entre JUEGO Y FUEGO quedándonos más bien, y ahí sí, muy fieles y aplicados con la acepción que implica fuego, como sinónimo de violencia, por extensión. Parece que nos ganó la paronimia.
La guerra, no es un juego a los soldaditos de plomo con juguetes de mentiras en donde nadie muere predominando aparentemente en forma inocente, la lúdica. La guerra, es un juego de verdad, con armas de verdad y con muertos de verdad. El campo, otrora floreciente, opíparo y generoso, quedó arruinado y desolado por la violencia de las armas disparadas por manos” buenas” unas, y por manos “malas” otras, según la concepción y la película que nos colocan en la pantalla y que nosotros, con la inocencia política que nos caracteriza, nos dejamos manipular con la ayuda poderosa de los medios de comunicación que generalmente no son imparciales, salvo algunas excepciones.
Se habla y se habla, pero, ¿ De qué se habla ? ¿ Qué se negocia ? y,… ¿ Dónde están los resultados que no tienen un compromiso real en las actitudes de unos y otros ? Aquí no se trata de abstracciones, de sueños, de irrealidades, de idealismos. Se trata de hechos concretos, que deberían repercutir en actitudes positivas, demostrando que se están dando pasos firmes y sinceros que transiten por el camino de la reconciliación. Pero, lo que vemos es que las cosas siguen y siguen lo mismo y las posiciones de unos y otros no son más que simples protocolos eufemísticos que reafirman nuestro escepticismo, todo por el botín del PODER .
No es productivo el diálogo entre sordos o discusiones bizantinas para entretener y entretenerse las” partes en conflicto”, sin llegar a nada. Se olvidan que quienes somos las víctimas del conflicto somos el pueblo que esperamos y esperamos que la muerte envaine su espada para que el área rural y nuestros pueblos y ciudades inicien la senda de la prosperidad y el florecimiento económico y cultural que merecemos. No es admisible que en nombre de la democracia, caigan y caigan muertos de un lado y de otro, siendo los hijos de los humildes los que pagan con sus vidas, porque son los “HEROES DE LA PATRIA”.Y, las viudas, y los huérfanos y los desplazados, ¿ Qué dirán ?
¿Cuál es la dificultad para que un cese al fuego sea bi- lateral?
Cuando es unilateral, no es más que una estrategia política o militar de una de las partes, pero ¿ Quién coloca las condiciones ?¿ Quién vigila ?Quién verifica su cumplimiento ? ¿ y, cuáles las sanciones en caso de incumplimiento ?
Si existen dos partes en conflicto, ¿Por qué no dialogar ? ¿ Por qué no llegar a acuerdos como preámbulo, si es un mecanismo político, humano, ético y estratégico para hacerlo? ¿Eso no es lo que están haciendo en la Habana? ¿Por qué no evitar que hayan más y más muertos ?. Los diálogos muertos, son innocuos.
El cese al fuego bi-lateral, comprometería a la partes con vigilancia, con verificación y con sanciones simbólicas o reales, pero con consecuencias para quien o quienes incumplieren los compromisos. ¿ Para qué son los organismos internacionales ?
Más bien pareciera que nuestros muertos se van al cielo a gozar eternamente y nosotros seguimos enterrándolos y soñando una paz que vuela y vuela, pero no aterriza.
¿ Por qué no un cese bi-lateral que demuestre que sí hay intenciones de dejar la violencia como arma política y como ensayo para ir aclimatando la llegada de la paz ?
Además, sería un termómetro para medirle la temperatura a las intenciones por la paz a los protagonistas del conflicto como mecanismo de sinceridad.
Mientras tanto, sigamos enterrando a nuestros muertos y rociando con lágrimas sus tumbas.
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