Nadie que haya nacido en el Caribe puede escapar a los colores. He visto de cerca el trabajo pictórico de Moisés paternina, el artista y escritor de Sincelejo, cuyo manejo de los colores revela su maestría para atrapar sensaciones y espíritus del Caribe.
Hay en toda su vida un fulgor de luz que abarca paisajes, horizontes marinos, percepciones y emociones de la luz que embiste sobre las cosas y los seres. Desde que se nace en el Caribe somos hijos de una luz muy honda, muy plana y mutante a la vez. La lluvia produce milagros inesperados porque lava el cielo y hace que los colores sean planos: amarillos alucinantes, amatistas o naranjas.
La luz tiene sus contrastes en el campo y cerca al mar. Moisés dialoga con los azules y los amarillos y los púrpuras. A veces de manera desgarrada, enfática y a veces elusiva, insinuante en sus contrastes y en sus vibraciones.
Los colores son también formas de la memoria y la interpretación del mundo que nos rodea, pero también es una forma válida de expresar emociones y pensamientos. El color siempre ejerció entre nuestros indígenas un sentido integral de abarcar la vida y la naturaleza. El color formaba parte de la memoria de la tribu.
Moisés Paternina ha sido merecedor de premios y reconocimientos honoríficos como el Primer Premio José Francisco Bermúdez en Maracaibo; Tercer Precio en el III Salón de Arte de Mérida, Venezuela y mención de honor en el concurso Taller Libre Maracaibo.
Sus ilustraciones han estado en diferentes impresos, libros y medios de comunicación. Ha expuesto en diferentes lugares y ciudades del país, así como en Venezuela y Estados Unidos. He preguntado por la vida de este pintor y me dice mi amigo Isidro Álvarez que batalla para recuperar su salud. Le pido que escriba algo sobre él:
Crítica de Isidro Álvarez
Un destello de luz abre camino en los lienzos: Color... aguas marinas ondulan en el aire, peces nadan por los cielos abrazados a planetas en girándulas de ilusión. Hombres y mujeres danzan como puntos luminosos en el espacio sideral, corrientes liquidas mueven el río para bañar la lona y vislumbrar en la imagen la avivés del alma.
Esencia que mueve las manos y conecta a Moisés Paternina con lo natural, inspiración extendida que le tiende puente a su imaginario y lo hace creador de mundos instridentes, invadidos de formas y texturas que explayan en la mixtura fehaciente del arte.
Es el maestro Moisés que con bejucos pincelados teje los entramados del biodiverso arte Caribe. Su pintura corre en los vientos y en las creaciones múltiplanetarias, constituyéndolo en uno de los pintores más vigentes del arte contemporáneo suramericano.
Su voz está en la música que en sinfonía penetra los ojos primitivos de sus rostros y hace bailar en carnavales a sus princesas morenas. Lleva y trae en cuerdas sonoras de guitarras a los moncholos de La Mojana hasta la vía láctea y pone a tamborear a los pescaditos de Tuchin en los ojitos de aguas cristalinas de Colosó.
Es esa forma de ver las cosas las que hacen la Esencia de Moisés.
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