El 24 de junio del 2015, hace cerca de tres años y medio, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales determinó condenar a 36 años, tres meses y un día de prisión al exdiputado y exdirector del Partido Liberal en Caldas Ferney Tapasco González, como determinador del homicidio agravado del periodista Orlando Sierra Hernández, quien era el subdirector de este diario el día en que fue objeto de un atentado criminal, el 30 de enero del 2002. Ayer la Corte Suprema de Justicia, al resolver un recurso de casación interpuesto por la defensa del condenado, ratificó lo dicho por el Tribunal, y mantuvo la pena para Tapasco y sus secuaces.
Hubo que esperar cerca de 17 años para que este crimen no quedara impune, después de una seguidilla de hechos que estuvieron a punto de echar por tierra la posibilidad de alcanzar a quien determinó y planeó el asesinato del comunicador, quien durante su paso por este periódico se caracterizó por la agudeza de su pluma y sus denuncias en contra de los corruptos en Caldas. El fallo de la Corte rebaja las penas a los hermanos Fabio y Jorge Hernando López Escobar, escoltas de Tapasco González, por ser cómplices y no coautores del homicidio. Así, la condena queda en 17 años, 10 meses y un día de prisión. El otro hermano de los López Escobar, Gabriel Jaime, espera condena en primera instancia del Juzgado Especializado de Manizales. Ellos estuvieron al tanto de la red criminal tejida para producir el atentado ocurrido a la entrada del diario, cuando sus oficinas estaban en el centro de la ciudad.
A comienzos del año pasado, el entonces presidente de la Corte Suprema, Rigoberto Echeverri Bueno, había dicho que muy probablemente a mediados de este año se conocería el resultado del recurso de casación, y aunque la decisión se demoró medio año más de lo calculado, hoy celebramos que valió la pena esperar, porque queda más que firme el merecido castigo contra Tapasco, contra quien se lograron reunir pruebas contundentes de su culpabilidad en estos dolorosos hechos.
Hay que resaltar que cuando la Fiscalía y la Procuraduría se empeñaron en hacer su trabajo para evitar la impunidad y reunieron las pruebas, y cuando presentaron las apelaciones del caso, se pudo avanzar de manera lenta pero segura hacia el fallo reconfirmado ayer. Si bien nos causa alivio que el asesinato de Orlando Sierra no quede sin castigo, lo más importante en estos momentos es resaltar que es una batalla ganada en contra de quienes atacan la libertad de prensa y son enemigos de la búsqueda de la verdad. Hoy, sin duda, este caso se convierte en referente internacional acerca de que sí es posible llevar tras las rejas a los culpables de crímenes contra periodistas.
Para los comunicadores colombianos este es un gran aliciente e impulso para continuar en la exigente y con frecuencia peligrosa tarea de investigar y denunciar a los corruptos, a quienes desde los cargos públicos se aprovechan del poder para su propio beneficio, de sus familiares y amigos. Es esta una especie de voz de aliento para seguir haciendo públicos los abusos del poder y el uso de acciones ilegales para tratar de acallar las voces que se atreven a enfrentar a los protagonistas del delito.
Para el periodismo colombiano este caso debe ser guía y evidencia de que se puede vencer a los enemigos de la sociedad con el arma de la palabra, de que la labor de cuestionar sin tapujos la corrupción puede dar frutos positivos. Hoy tenemos que recordar a este gran periodista y su legado para emprender el desafío de construir un país mejor para todos... aplicar las enseñanzas de Orlando Sierra para hacer un periodismo valiente, que no transe con los corruptos, es el mayor homenaje que se le puede rendir hoy, cuando sus asesinos están en la cárcel.
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