Solo el 2% creció la economía colombiana el año pasado, un ritmo muy discreto para un país que pretende avanzar en competitividad y ubicarse entre los más dinámicos de América. El dato entregado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) estuvo por debajo de las proyecciones con las que arrancó el 2016. De hecho, el segundo semestre del año pasado fue malo, con un 1,2% entre julio y septiembre y 1,6% entre octubre y diciembre. Los precios del petróleo y, en general, todo el sector minero fueron los responsables de la caída, y aunque la construcción creció en cerca del 4,1% también bajó su ritmo con respecto a años anteriores.
El agro y la industria también crecieron por encima del promedio, pero su desempeño sigue muy por debajo de las expectativas, lo que no permite decir que haya una recuperación real de esos sectores, que son fundamentales para darle solidez a la economía, con desarrollo rural y empleos de calidad. Si bien estos resultados corresponden a los guarismos de varios analistas, también es cierto que no se ha hecho todo lo que se podría para darle una mayor dinámica a la economía colombiana. Desde el punto de vista global, hay que considerar que el comportamiento económico mundial también ha sido precario, al punto de que Colombia fue segunda en crecimiento el año pasado en Suramérica, después de Chile.
Luego de muchos llamados para que se revisaran las tasas, por fin el pasado viernes el Banco de la República tomó la decisión de bajar en 0,25 puntos la tasa interbancaria, quedando en 7,25%, con el ánimo de recuperar el ritmo de crecimiento en el consumo interno, el cual cayó 3,5% durante enero de este año, según la Andi. Esta determinación debe tener efectos en las próximas semanas, cuando los bancos podrán empezar a bajar sus tasas para el crédito y facilitar que los colombianos consumamos más. Esto también podría tener efectos favorables en cuanto a confianza, la cual se ha deteriorado seriamente en los años recientes. Para eso es vital que la inflación también pueda ser controlada.
Es un buen indicio que los precios del petróleo estén tendiendo al alza, incluso por encima de los niveles calculados para el 2017, lo que puede tener no solo efectos positivos para las finanzas públicas, sino también para la dinámica económica general. Aunque para este año las proyecciones de crecimiento están en el 2,5% (según el Gobierno Nacional) podrían terminar ubicadas más arriba. Ojalá que así sea, ya que los países que buscan posicionarse mejor en el mundo y destacarse por competitivos tienen que mantener crecimientos por encima del 4%.
También hay esperanza de que las exportaciones reaccionen y salgan del marasmo en el que han estado en los años recientes, pese a la tasa de cambio favorable que podría haber sido mejor aprovechada. Los empresarios colombianos tienen todavía un importante margen para sacarles el jugo a los tratados de libre comercio y no solo dinamizar la generación de empleo en el país, sino traer nuevas divisas. Es clave trabajar para recuperar el optimismo, que debe servir para que el consumo interno mejore y se eleven las exportaciones, pero también para que la inversión extranjera siga en alza, lo mismo que el turismo internacional hacia Colombia. El país debe reaccionar ante el panorama gris que nos muestra la economía para que en los años venideros haya un mayor desarrollo económico y social.
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