No valió una nueva sesión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para intentar ponerle freno a la represión que el Gobierno venezolano ejerce sobre la oposición y sobre los marchantes que siguen saliendo a las calles, a pesar de los muertos y la violencia contra ellos. Tampoco ha sido suficiente la solicitud del papa Francisco para que haya apertura al diálogo con la oposición. Y el problema es que pasan los días sin que se vea una solución que alivie la situación de los ciudadanos del vecino país, que tienen que padecer todos los males llegados por cuenta del populismo.
Colombia llamó a su embajador en Venezuela, Ricardo Lozano, desde hace un mes para que informe sobre la situación que sucede allá. Se abstuvo de calificar este procedimiento como llamado a consultas, pero es evidente que se trata de eso, así en el lenguaje se hubieran curado en salud para no alterar al ya sobrepasado y locuaz presidente Nicolás Maduro. Y Lozano permanece aquí, según el Ministerio de Relaciones Exteriores, mientras cambia la situación, pero nada que pasa algo que permita pensar que las cosas cambiarán en el corto plazo.
Al contrario, la concentración de poderes llega hasta el punto de que se amenaza a cualquiera que disienta, como le sucedió a la fiscal General de ese país, Luisa Ortega Díaz, después de que en un rapto de entereza impugnó la designación de 33 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, ocurrida de forma irregular en diciembre del 2015. La alta funcionaria se ha encargado de señalar que si le llega a suceder algo es precisamente por cuenta del régimen que ostenta el poder, pues es clara la violencia con la que se ha atacado a los manifestantes en las calles venezolanas y la represión contra las voces disonantes. De hecho se aproxima peligrosamente a 100 la cifra de personas asesinadas en manifestaciones o en eventos atados a las protestas, y la mayoría jóvenes.
A pesar de la gravedad de la situación resulta en extremo paradójico que la OEA siga incapaz de tomar decisiones que permitan forzar a Maduro a abrirse al diálogo, a anticipar elecciones y a bajar la presión sobre los opositores. El vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, tomó la vocería de los decepcionados por la inacción del organismo multilateral para proteger el sistema interamericano. Es increíble que 20 países que han decidido tomar decisiones sean bloqueados por un grupo de naciones que insiste en defender la crueldad que impone un régimen que cada vez actúa más como una dictadura.
Lo peor de no obtener la declaración condenando las acciones del Gobierno venezolano es que Maduro se muestra victorioso, como ganador, y alarga la mala situación de los ciudadanos y principalmente de quienes insisten en protestar en la calle, como una medida de presión. Salir a diario, por meses, a hacer evidente el descontento general por las políticas públicas en el país no es tarea fácil, menos en nuestras tropicales naciones. Y sostenerse a pesar de la represión les brinda más méritos. Es una lástima que la oposición política tampoco haya sido capaz de mostrarse como una fuerza monolítica y superar sus miradas personales para imponer el interés general. Ahí fallaron y ahí los resultados. Confiamos en que llegue pronto el cambio que tanto necesita Venezuela.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015