Por lo menos se cortó la racha de nueve ligas sin clasificar, así no haya mucho para ilusionarse. Fueron cinco años cargados de frustraciones durante los cuales se tuvo que luchar hasta por evitar el descenso, lidiando con pésimas decisiones administrativas.

Se logró con un remate mediocre: un solo punto de los últimos 18, seis juegos consecutivos sin ganar (un empate, cinco derrotas) y 630 minutos de sequía del histórico Dayro Moreno, quien completó siete encuentros de liga seguidos sin marcar.

Lo que antes era habitual, meterse dentro de los ocho, ahora se celebra como algo extraordinario. Es el desahogo de una hinchada que se sobró, proporcionalmente la mejor del país, y que merece más: un equipo bien conformado, jugadores de cartel y dirigentes ambiciosos.

La semifinal era el objetivo y ahí está, con un plantel muy débil, que tuvo pasajes opacos y ese tramo brillante de nueve compromisos detrás del récord de Dayro, con el cual abonó un terreno fértil que soportó su desastrosa campaña del cierre.

De aquí en adelante todo será ganancia. Como dijo Herrera en la rueda de prensa: “Once Caldas no es favorito de nada”. Y no tiene por qué serlo, fue el octavo, con números flojos y fútbol discreto, lo cual no significa un fracaso asegurado, porque en el torneo nuestro, cualquier cosa puede pasar.

En 2009 fue campeón con Javier Alvarez, como Júnior el año pasado. Ambos ingresaron ocupando la plaza de corte. En 2022 Pereira se consagró en plena crisis, después de integrar el ‘grupo de la muerte’, mientras se hallaba en proceso de liquidación y nadie daba un peso por su salud.

Esa falta de presión, inclusive, puede influir positivamente. Pero debe encontrar soluciones adelante, su talón de Aquiles, lo que es paradójico porque cuenta con el artillero del FPC. Lo cierto es que no crea opciones, ni muestra alternativas en el banco. De Perogrullo: los goles hacen la diferencia.

Los 29 puntos son un plante interesante para el descenso del año entrante, otro mérito del “Arriero” y sus colaboradores. Para 2025 desaparecerán los 56 que hizo Diego Corredor en 2022, y para no pasar afugias, será reconfortante fijar ese tope este año.

Aparentemente, Once Caldas quedó en el grupo menos fuerte, pero incómodo: Techo no es un estadio favorable, Tolima es candidato y Santa Fe es práctico. Ninguno es taquillero. No sé qué piensen los lectores, pero aburre tener que comenzar contra Equidad.

En resumen, se rompió la maldición de las eliminaciones, dejó de preocupar la perdida de categoría y el hincha volvió a festejar. Herrera lo hizo con una nómina corta, en la cual sobresalieron los porteros James Aguirre y Ezequiel Mastrolía, Mateo García y Billy Arce.

Sin pausa, esta misma semana serán los dos primeros lances, con la motivación que da estar en las instancias decisivas, la posibilidad de un cupo internacional y hasta la opción de avanzar. Son seis partidos para un mayo lleno de fútbol, ojalá con satisfacciones.

Que la clasificación no sirva de excusa para los dirigentes. No fue producto de una adecuada planificación, ni mucho menos de un equipo armado para tal fin, ni del propósito triunfador de ellos, que definitivamente miran el negocio desde lo económico. Les salió, sufriendo más de la cuenta.

Si en realidad pretenden tener protagonismo, que inviertan, se dejen asesorar, contraten bien y decidan en favor del equipo. Se verán doblemente beneficiados, porque el incondicional apoyo de la afición les demostró su grandeza esta temporada, pues, al fin y al cabo, Once Caldas es un sentimiento que se lleva en el corazón. Eso hay que respetarlo.

Hasta la próxima...