A esta hora de balances en la que todos los medios se vuelcan a resaltar las cosas buenas y malas de las administraciones, juzgando a los mandatarios según su criterio, o sus gustos, o su simpatía o, en el peor de los casos, su pauta, podemos encontrar aspectos positivos y negativos.
Hoy trataremos de mirar, muy por encima, las administraciones de Caldas y Manizales, partiendo del reconocimiento de las dificultades por las que atravesaron al inicio de su mandato, y por las consecuencias que hoy afrontan por el cambio de gobierno, el alza del dólar, la guerra en Ucrania, la inflación de dos dígitos, el nuevo salario mínimo y la fuga de capitales. Esto, para admitir que a estas alturas, todos los proyectos que se plantearon están encarecidos y, en el mejor de los casos, costarán 30 o 40 por ciento más de lo inicialmente presupuestado.
En la gobernación, vimos cómo los factores mencionados llevaron a entorpecer el desarrollo del programa de vivienda y cómo, a pesar de los esfuerzos y la dedicación, no se ha llegado a la meta. Y, sin dejar de reconocer que se ha hecho entrega de un número considerable de viviendas a cientos de familias caldenses, el balance no arroja los resultados esperados. Pero esto no significa un fracaso rotundo, como lo expresa el senador Guido Echeverri. ¡No! Por el contrario, cuando el senador dice que “buena parte de esas viviendas que se están anunciado como de este gobierno ya habían sido tarea del gobierno nuestro”, reconoce que este problema -el de vivienda- ha sido uno de los más sentidos en el departamento y que se ha abordado con prelación desde tiempo atrás. Y el hecho de que la administración Velásquez lo haya asumido como su bandera, no puede ser minimizado ni despreciado; por el contrario, es de resaltar que, pese a sus dificultades y a las condiciones adversas, la gobernación ha tratado por todos los medios de cumplirlo, y sigue en su empeño sorteando y poniéndole el pecho con fortaleza a sus problemas.
Porque en los demás campos (Industria Licorera de Caldas, Empocaldas, Inficaldas, etc.) es una administración admirable y de mostrar, y llegará el momento de hacer balances detallados para develar los positivos resultados que se presentan. Es, en mi concepto, una gobernación que le ha cumplido a la gente y que tiene la posibilidad de mirar a los ojos a los ciudadanos. Y en la vivienda, si bien no se cumple con lo esperado, deberían las fuerzas políticas del departamento unirse entorno a este programa y, en lugar de despedazar al emprendedor de la idea, entregarle su ayuda y colaboración. Hablamos de Caldas y su gente, y no pueden preponderar el egoísmo político ni los cálculos electorales a la hora de encontrar soluciones colectivas a problemas que muchas veces se salen del resorte del gobernante.
En cuanto a Manizales, no cabría en un artículo la descripción de los desastrosos resultados en todos los campos. Tanto, que redundar en ellos sería perder el tiempo pues, a diferencia de la gobernación, en la alcaldía de la capital, tenemos a un ser mezquino, torpe e incompetente, pero además ciego, sordo y encerrado en una burbuja de la cual no quiere salir para ver la realidad. Serían entonces lágrimas de plañideras que no conducirían a nada. 
¿Y qué hay para rescatar entonces?: Aguas de Manizales. ¡Sí! Hay que reconocer que la empresa insigne del municipio se destaca en sus resultados, y así como hemos estado prestos para criticar y denunciar las aberraciones del alcalde en los demás frentes, las cifras de Aguas de Manizales no pueden ser soslayadas, ni las podemos borrar de tajo. Esta empresa, que merece siempre ser defendida por los ciudadanos, hoy genera tranquilidad y pasa por unos momentos increíbles. Y, a pesar de que le corresponde a una administración municipal totalmente alejada de la realidad, seríamos injustos si, por el rechazo que genera el alcalde, incluyéramos a esta empresa dentro de sus desastres. Cómo se nota su ausencia, y qué tranquilidad produce sabiéndolo alejado de su manejo. Ya habrá tiempo para analizar también en detalle la situación de la empresa.