En menos de un año ya van dos colegios demolidos, la Gingue y ahora el Sagrado Corazón, ambos edificios de importancia patrimonial que las administraciones han dejado perder, ya que no les buscan una nueva destinación y no le hacen el mantenimiento requerido. Se está llenando el Municipio de lotes y curiosamente para proyectos como una cancha deportiva, lo que se pretende construir en el lote de la Gingue, sí hay dineros.
Buscar culpables desde lo jurídico es fácil y señalarlos por medio de una columna de opinión puede tener efecto, pero no creo que sea todo. Quisiera mejor preguntar qué pasa desde lo humano, quisiera entender por qué la gente le da tan poco valor e importancia al patrimonio cultural.
¿Qué gana una Administración con dejar caer y después demoler un edificio de valor cultural? Anticipo una aclaración: lo de las declaratorias como patrimonio se cree que tiene validez y no la tiene; vemos cómo la Juan XIII tiene sus papeles en regla, con declaratoria de monumento nacional y nada pasa. Ahora, no olvidemos que la declaratoria la expide el mismo Gobierno y en Manizales hace 2 décadas que no sucede una declaratoria. Al parecer se cuidan las Administraciones para no quedar obligadas a reconstruir el bien inmueble con las características históricas y quedar en libertad de destinar esos lotes a fines diferentes.
¿Será que nuestra gente le teme a lo viejo? ¿Se dispara en las mentes de nuestros compatriotas un atávico impulso que los impele a destruir lo que han heredado? ¿Sucede en lo patrimonial una especia de complejo de Edipo, aquel rey griego que por cosas del destino mata al padre y cohabita con su madre? ¿Cómo se puede hablar del mejor vividero del país si en esta ciudad habitan personajes con taras de este tamaño? ¿Puede ser que a Manizales llegaron entonces muchas personas sin historia, o con una que mejor es no hacerla pública y que todo lo que se refiere al pasado es tácitamente arrasado? ¿Son tan soberbios los manizaleños del siglo XXI que no necesitan un pasado pues creen que solo hay futuro, y ese les pertenece por completo? ¿Gobernar y gobernar bien para ellos solo es un asunto de vaciar cemento?
¿Dónde están los manizaleños de bien que se duelen de la pérdida del Teatro Olimpia? Creo que esa queja es fingida y solo corresponde a un giro retorico, porque la actitud para prevenir que estos desastres culturales no se vuelvan a dar no existe. Concluyo con tristeza que Manizales no se merece un Teatro Olimpia y seguramente el próximo colegio que será víctima de esta anormal ciudad será la Juan XXIII. Tenía el plantel del colegio Sagrado Corazón el valor de haber sido de estilo republicano, pero había sido construida antes del gran incendio; era un eslabón curioso entre la tapia antioqueña, el bahareque caldense y lo republicano nacional. ¿Desaparecido este edificio quién podrá mostrar esos importantes matices de nuestra historia arquitectónica?
Para una persona normal el patrimonio cultural es la materia prima de la identidad nacional, si hay patrimonio hay identidad, y bien sabemos que un pueblo identificado supera las dificultades y logra llevar a cabo con excelentes resultados cualquier tipo de proceso de paz. El patrimonio cultural es lo que nos une, es el lazo tricolor que ata a esta Nación y constituye lo que nos diferencia de las otras naciones. Si dejamos que ese lazo se debilite los resultados serán obvios, si no es que ya los estamos viviendo. El patrimonio cultural es un ideal civilizador que conjugan las administraciones que valoran el pasado sobre el cual se erigen; que dejan una calificada huella en el presente y como entes responsables proyectar un futuro para que las generaciones venideras hagan lo mismo consolidando un verdadero desarrollo y crecimiento.
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