Determinar los periodos es una de las tareas más criticadas del oficio del historiador ya que implica innovar y romper con un statu quo que al parecer nadie quiere cuestionar. Los nombres que surgen como Edad Media, la Colonia o Independencia dicen mucho, pero cuando se dicen fechas de cuando comienza y termina un periodo, la discusión se torna general y confusa. Se avanza cuando nuevos estudios fortalecen la nueva visión. En ese preciso momento nos hayamos en la historiografía local. Se perfila una transición que implica avanzar en la idea que tenemos sobre la Colonización Antioqueña, movimiento migratorio que se inicia con la fundación de Sonsón en 1800 y concluye con la colocación de la primera piedra de la Catedral de Manizales en el año 1928. Ya el tema de la posesión de la tierra, central de una historiografía marxista típica de los años 50 y 60, queda técnicamente concluido y se vislumbra la determinación de lo cultural.
Enfoques como el del padre Guillermo Duque Botero y su libro Apuntes para la historia del clero en Caldas innovó hace más de 60 años. Vale la pena resaltar la investigación de Albeiro Valencia sobre la cotidianidad de la colonización llevada a cabo en los años 80 que es muestra de una orgánica expansión hacia otros contenidos. Igualmente los estudios sobre la arquitectura vernácula con Jorge Enrique Robledo a la cabeza, son hitos de importancia. Es de resaltar el homenaje que le hizo la poeta Marta Patricia Mesa a la poetisa Agripina Montes del Valle en su centenario de muerte constituyéndose en otro pilar que soporta el tema de las letras durante la Colonización, fuera que demuestra que la mujer desempeñaba un muy específico papel en esa época. Se podría elaborar una lista, no muy extensa, de esos trabajos que dejan atrás el tema de las concesiones de tierras y se concentran en los contenidos culturales característicos de este territorio y esta época. Bajo ese esquema nuestra historia, lejos de estar contada, orgánicamente avanza y refleja a la comunidad.
Contrasta este ejercicio con el esquema foráneo e impuesto del paisaje cultural. Su aparición forzosa y espontánea a raíz de la declaratoria de la UNESCO no guarda proporción con la historiografía local. Los lentos avances fueron desvirtuados y en muchos casos simplemente ignorados para remplazarlos por un concepto muy interesante, pero que no aplica a nuestra situación real.
Dentro de los inconvenientes, o mejor incongruencias, del Paisaje Cultural Cafetero quisiera enumerar dos: al ser el café el eje central y según ellos, los declaratoristas, este cultivo hace aparición alrededor del año 1880, ellos concentran su interés a partir de esa fecha, dejando 80 años de sustanciosa historia por fuera. Si bien el café fue determinante para la Colonización Antioqueña y deja una profunda huella en la economía local y nacional, los contenidos culturales emblemáticos se afianzaron sin el cultivo del café. Aportaré dos ejemplos: la transición entre construir con bahareque dejando la pesada tapia española de lado, se dio antes de la aparición del café como motor de la actividad agrícola. Igualmente la estructura de la familia antioqueña, y esto lo demostró Virginia Gutiérrez de Pineda, se constituyó sin el peso del café.
Otro aspecto tiene que ver con el territorio, pues el Paisaje Cultural Cafetero quedó mal delimitado. Tuvieron una grotesca interferencia funcionarios y políticos de tercera, que con sus caprichos e inefectividad desdibujaron los lógicos límites geográficos y conceptuales. La matriz de la Colonización Antioqueña es Sonsón e igual al error que cometió el dictador Reyes cuando concibió el Departamento de Caldas hace más de 100 años, se dejó por fuera de sus límites este importantísimo municipio.
El Paisaje Cultural Cafetero debido a su desajustado manejo conceptual solo logrará un arraigo parcial, impidiendo que sus aspectos loables tengan aplicación benéfica a largo plazo en la vida cultural de la gente cafetera. Se convertirá en un paralelismo sostenido por una política oficial ya que no logró desde su concepción entender el fenómeno cultural que tuvo lugar en el sur de Antioquia y norte del Cauca, y se limitó a aplicar un concepto europeo sin su debido acondicionamiento.
La ruta para seguir determinando nuestra identidad, al igual que un río que se pliega ante un obstáculo más continúa su inflexible cause, rodeará al PCC avanzando por su senda natural.
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