Payaso Carlos Álvarez, tambor mayor del Circo Medellín, salud. Estuve en la presentación de David Larible, el mejor payaso del mundo. Claro que ni él mismo se come el cuento. “La palabra mejor es para las competencias y el arte no es una competencia. Yo compito conmigo mismo y cada día debo ser mejor que el anterior. No tengo competidores, sino colegas”, dijo. En su presentación en el Teatro Metropolitano ejecutó un excepcional acto de magia del que acaso ni se enteró: Logró que los aristócratas de gallinero termináramos revueltos con el blancaje de platea, incluido el expresidente del Éxito Gonzalo Restrepo. Como no se llenó el teatro, a los de balcón nos "obligaron" a hacer bulto en platea. Daba pena que don David se enterara de que en la más educada el payaso más teso de la parroquia global no atiborrara la sala. Don Carlos, que su circo no se cierre nunca. Si el violín es toda la orquesta, el payaso es todo el circo. Mientras haya circos habrá esperanza.
Honorio “Mister” Rúa, mis respetos. No lo veía desde hacía sesenta años cuando pasaba en cicla por nuestra casa de abuelos en Santa Bárbara, rumbo a Minas, en las heroicas vueltas a Colombia. Lo volví a ver presidiendo la tertulia del bar Málaga. Trepado en su cicla y ahora con el sol a la espalda, lo veo igual de elegante, vital, sobrio, sonriente, disfrutando. El estrés no es su fuerte. En reciente tertulia, como sucede todos los años, los asistentes dictaron cátedra sobre tango y su carnal, Gardel. Uno de los asistentes dijo que si Gardel hubiera muerto de un prosaico dolor de estómago no hablaríamos tanto de él. Repetí el comentario de Borges, próximo a aterrizar en el aeropuerto Olaya Herrera: Si muero en otro accidente de aviación seré famoso como Gardel.
Dr. Alejandro Gaviria, ministro de Salud, mi solidaridad. Usted es elegante y original hasta para enfermarse. Lo digo por la forma como asumió la noticia sobre el cáncer que le hace visita de médico. Dios, que cuida de sus ateítos, está de su lado. Me lo contó un cucarachero. Lo necesitamos. Gente como su educación, Carlos Raúl Yepes, el expresidente de Bancolombia, o el ya mencionado Gonzalo Restrepo, son referentes necesarios como el agua, la luz, el perdón y el olvido. Señalan rumbos, no imponen. En vez de quemar libros los escriben para compartir sus vivencias. “Compartir es una forma de alcanzar la inmortalidad”, leí hace tiempos. Ministro, no hay que hacer esfuerzo para creer lo que dice. No piensa en las próximas elecciones sino en hacer bien su trabajo. Mientras los médicos hacen lo suyo, comparto con usted y otros posibles lectores, la forma como enfrenté el cáncer que se atravesó en mi hoja debida. Favor hacer clic en www.oscardominguezgiraldo.com.
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