Varias agencias especializadas de Naciones Unidas acaban de publicar un completo informe titulado: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017. Fomentando la resiliencia en aras de la paz y la seguridad alimentaria.” El documento hace seguimiento al segundo objetivo de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y, en particular, al avance en el cumplimiento de las metas relacionadas con la erradicación del hambre y la malnutrición en todas sus formas.
La disponibilidad de alimentos está amenazada por el cambio climático y por conflictos armados que, al tiempo que aceleran la degradación ambiental, son exacerbados por sequías e inundaciones. Sin embargo, a nivel global existen los recursos suficientes para garantizar a todas las personas en el mundo, el derecho a no sufrir hambre y malnutrición. A pesar de las crisis económicas y la inestabilidad financiera que sucedieron a las tres décadas de crecimiento estable y bajo desempleo, conocidas como los “Trente Glorieuses” o la edad de oro del capitalismo (1945-1973), el mundo es mucho más rico hoy que hace medio siglo. De acuerdo con el Banco Mundial, el ingreso promedio por persona en el planeta -medido en dólares estadounidenses de 2010- era de 5.657 en 1970. En 2015 llegó a 9.852. Adicionalmente, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción neta de alimentos por habitante a nivel mundial en 2014 fue 42,4 por ciento mayor que en 1973.
No obstante, las divergencias entre países ricos y países pobres, así como las desigualdades en el interior de muchos países tanto ricos como pobres, siguen siendo abismales. Mientras el ingreso por habitante actual en Qatar es de casi 125.000 dólares y en Noruega está algo por encima de 65.000, en la República Centroafricana y en la República Democrática del Congo las cifras son 670 y 740 dólares, respectivamente. En Colombia es de 13.560 dólares. Mientras la expectativa de vida en Hong Kong (China) es de 84,2 años, en Suazilandia y Lesoto, en África subsahariana, es de 48,9 y 50,1 años, respectivamente.
El problema no es ciertamente la escasez objetiva de recursos y de alimentos -aunque el crecimiento sostenido de la oferta no está garantizado en los años por venir- sino las fallas relacionadas con las desigualdades globales y al interior de cada país en la distribución de activos e ingresos, el acaparamiento y uso inadecuado de tierras y la persistencia de patrones de consumo ineficiente (por ejemplo, consumo frecuente de carne roja) que conllevan al desperdicio de alimentos. Según la FAO, en los países ricos se desperdician cada año unas 222 millones de toneladas de alimentos. Esta cifra equivale a la cantidad neta de alimentos producidos en África subsahariana (230 millones de toneladas). No le falta razón al economista indio Amartya Sen cuando afirma que “el hambre - caracteriza a personas que no tienen suficiente alimento para comer y no una situación en la que no hay suficiente alimento disponible”.
El informe sobre “el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017” prende las alarmas: después de décadas de reducción, el número absoluto de personas cuyo consumo habitual de alimentos es inferior al requerido para llevar una vida sana empezó a aumentar desde 2014. En ese año se registraron 775 millones de personas con hambre crónica o subalimentación. En 2015 la cifra subió a 777 millones y los autores del informe estiman que la cifra pudo haber llegado a 815 millones en 2016. La preocupación es que esto corresponda, no a una variación temporal, sino a un cambio en la tendencia de largo plazo. El informe señala que 3,4 millones de personas en el bienio 2014-2016 están afectadas en Colombia por la carencia crónica de alimentos. Es inaceptable que esto ocurra en un país en el que hay 14,1 millones de hectáreas aptas para la agricultura desperdiciadas. El acaparamiento de tierras y su uso inadecuado confirman la aseveración que hizo Mahatma Gandhi en “Hind Swaraj” o reglas del autogobierno: “la tierra brinda lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos”.
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