Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Es probable que a esta hora Francisco Maturana sea el técnico del Once Caldas, y no me pregunten cómo, pues yo mismo no lo entiendo porque va en contravía de los parámetros metódicos y de tacañería con que se manejan las finanzas del Club.
Ojalá sea un cambio de mentalidad, y que por fin hayan comprendido que en este negocio los resultados van de la mano con la inversión, sin descuidar que lo fundamental es la materia prima y que sin jugadores no hay Maturana que valga.
Esperando que en ese menú incluyan respeto por la plaza y por la hinchada bajándole a la soberbia, pues aquí está el mercado objetivo -al que han maltratado- y porque el Once Caldas es de ellos en lo material, no de corazón, ese es nuestro y no tiene precio.
El viernes hubo un comunicado señalando como voceros únicos a Jaime Pineda, Tulio Castrillón y William Gómez, de quienes no se escuchó nunca nada, por lo que corrieron 3 semanas desde que se fue Lisi solo con especulaciones.
Oficialmente no han informado cómo es la participación de Juan Carlos De La Cuesta y Gastón Pezzuti, quienes según esos mismos rumores acercaron el nombre de Maturana y encabezan el nuevo proyecto, del que se desconocen formas y alcances.
Digamos -como lo aseguran de manera reiterada- que es una empresa privada y que sus decisiones les corresponden, siendo tan cierto como que al Once Caldas lo orientan fuera de la ciudad, lejos del mundanal ruido, y a ritmo paisa.
Confiemos que Pacho, De La Cuesta y compañía sean capaces de convencerlos por un cuadro competitivo en su sede natural, exaltando a la ciudad y a sus aficionados como la razón de ser de la institución, y sin ese desprecio convertido en divorcio.
Demasiadas tareas que exigen cierta voluntad y menos orgullo, que empezarían bien con un acto de desagravio y de compromiso, que no sé si quepa dentro del ego de sus dueños y la ocupadísima agenda que tienen con su riqueza.
En el caso de Maturana, tuve la fortuna como redactor de LA PATRIA en los inicios de mi carrera - y de la suya como técnico- de vivir intensamente su etapa en Manizales, y me atrevo a decir que fue el Once Caldas que mejor jugó en toda su historia.
Recuerdo haber titulado "La sinfonía no para" (26-09-86) luego del triunfo 5-1 sobre Junior, 12 días después de haber derrotado al Cali en otra soberbia demostración, apelando en la crónica a términos como arte, magia, orfebrería y poesía.
En aquella época el afamado crítico Iván Mejía llamó "Selección Francesa" al Once Caldas en honor al estilo similar al de los galos, sensación en Europa por la enorme categoría de sus volantes Luis Fernández, Alan Giresse, Michel Platini y Jean Tigana.
31 años pasaron en los que Pacho partió en dos la historia del fútbol nacional ocupando el lugar preferencial en el escalafón de los entrenadores, y montado en la gloria como gestor del cambio que hoy nos tiene en la élite del mundo de la pelota.
Con Maturana el Once Caldas gana un líder, adquiere prestancia, recupera imagen, estatus, que no quiere decir respuesta inmediata en el campo porque el problema directo tiene que ser con la discreta calidad de su plantilla.
Paso que es necesario complementar, partiendo inclusive de la escogencia de un asistente de campanillas, definición clara de objetivos y metas, respaldo irrestricto de los propietarios, y sintonía plena con el público y las demás partes interesadas.
P.D.: "No queremos jugadores que rodeen al árbitro pidiendo la amarilla del rival, ni que simulen faltas; necesitamos un laboratorio para formar profesionales íntegros" palabras de Pacho que me llevan a Juan Carlos Osorio, el gran técnico colombiano de la actualidad.
Hasta la próxima...
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