Otto Scharmer, profesor de MIT, co-creador de la Teoría de la U, habla de liderar el futuro desde el presente, invita a avizorar lo que viene y cambiar el modo en que todo ocurre para revertir un destino indeseado; para ello propone tres actitudes; tres actitudes que aseguran que podamos ser líderes que cambian el mundo, líderes transformacionales; algo a lo que nos llama también Francisco, cuando nos insta a transformar el mundo empezando por nosotros mismos. Las tres actitudes básicas propuestas por Scharmer son: mente abierta (curiosidad), corazón abierto (compasión) y voluntad abierta (valentía). Así, pues, curiosidad, compasión y valentía ensambladas nos pueden dar condiciones para asumir una actitud dinámica y proyectiva.
Para practicar estas actitudes debemos desaprender lo que hemos construido con excesiva confianza en la razón, ver lo que hasta ahora no vemos, siendo más empáticos con lo que le sucede al mundo. La clave de estas actitudes es aprender a presenciar estando completamente, conscientemente, en el aquí y en el ahora de cada situación de nuestra vida, con los otros y con lo que sucede como punto de inflexión del cambio.
Presenciar garantiza una comprensión ampliada de los problemas y de sus soluciones que nos sirve para experimentar el futuro desde el presente; podemos prototipar las que creemos son transformaciones necesarias y empezar a liderar el mañana, desde hoy.
Este liderazgo nos permite intentar cambiar el futuro desde el presente, si somos capaces de ver las distancias entre nosotros y la naturaleza que nos sustenta (brecha ecológica), entre nosotros y los demás (brecha social), entre nosotros y la trascendencia (brecha espiritual). Para liderar el futuro desde el presente necesitamos experimentar conscientemente formas de acortar nuestras brechas, aprendiendo a cuidar, a co-crear, a colaborar de forma flexible con otros para construir en forma permanente espacios de diálogo donde la vida florezca. Y donde la vida florezca es un lugar donde se logre asegurar el bienestar para todos, no solo para unos pocos, sino para toda la sociedad.
Por ello, en esta construcción de futuro es clave el diálogo, sobre el cual se puedan conformar los consensos para la transformación social. Y así poder de veras liderar el futuro, que sea un futuro querido y deseado, y no uno padecido como el resultado de inercias sobre las cuales hubiéramos podido actuar, pero que no fuimos capaces de corregir o complementar. Así, pues, se requerirán escenarios sociales donde todos estemos presentes de manera consciente, escenarios donde podamos compartir la información que se posee, escenarios plurales donde todos nos podamos escuchar. Es decir, lograr unas consciencias colectivas.
Liderar el futuro requiere estar muy conscientes de nuestro presente. Y estar dispuestos a transformar nuestra cultura de exclusión y de consumismo.
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