Antes de votar puede ayudar tener muy claro por qué se hace. Es decir, ¿cuáles son las apuestas implícitas en la dirección concreta del voto? ¿Qué perspectivas estarían en juego?
1. ¿Qué tipo explotación de recursos naturales estaría dispuesto a aprobar? ¿Que se haga hasta el fracking y en los páramos?
2. ¿Hasta dónde iría en la lucha anticorrupción? ¿Cuál sería la limitación de alianzas con los políticos clientelistas?
3. ¿Desea que se fortalezca el acceso a la educación superior a través de la universidad pública o también con la universidad privada?
4. ¿Cómo se puede asegurar el cubrimiento efectivo de los servicios de salud? ¿Mantener un sistema híbrido, o estatizar el sistema?
5. ¿Para lograr una economía más fuerte habría que incentivar a qué actores? ¿Los pequeños productores o los grandes inversionistas?
6. ¿Se deben reducir los impuestos para las empresas?
7. ¿El gasto público debe reducirse?
8. ¿Cómo debería ser la participación de los exguerrilleros en política? ¿Inmediata y sin limitaciones?
9. ¿Se deberían seguir entregando casas gratis para las familias sin techo?
10. ¿Aumentaría significativamente el gasto en educación en el país?
Estas preguntas han sido contestadas de distinta forma por los candidatos. Hay acentos y perspectivas muy diversas entre los distintos candidatos. Y es importante que cada votante considere por lo que está optando al votar. No es neutral escoger por uno o por otro, al contrario, hay diferencias y grandes. Es fundamental que cada votante se encuentre consigo mismo en esta decisión, votar por un candidato en concreto, significa concretar muchos de los valores, ideas y apuestas al tachar el tarjetón.
La democracia podrá salir fortalecida de este proceso electoral, poco a poco se va madurando como sociedad en el país. Esperemos que no haya infiltración de dineros calientes, que no opere la compra de votos, y que haya mucha participación. Una fuerza grande del llamado voto de opinión puede ser un gran activo para los procesos democráticos. De otra parte, antes que inventarse fraudes y persecuciones, cuando no se tienen pruebas ni evidencias, sino solo un tanto de paranoia. Al contrario, hay que celebrar la consolidación de la democracia.
Una democracia fuerte en Colombia, es el mejor escenario para que se puedan tomar decisiones que verdaderamente cambien la historia. Decisiones que impulsen el país por el mejor de los caminos. Lo que no podemos dejar es que en el país pase de todo y las cosas sigan igual.
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