Si nos hubieran formado desde la niñez con actividades que se consideraban “para hombres” seguramente la historia de la mujer habría sido otra. A Amelia Earhart, que nació en 1897, su mamá desde muy pequeña la guio a que no siguiera esa educación de niñas bonitas que se convertirían en una especie de floreros. La motivó a disparar ratas con rifles, a deslizarse en trineos, a trepar por los árboles, a hacer deportes “de hombres”. En una carta de Navidad que aparece en su libro The fun of it, ella escribió “Muriel (su hermana) y yo queremos jugar fútbol este año, necesitamos los implementos que tenemos en béisbol como bates”. Más adelante, Amelia actuaría siempre con la idea de conocer los riesgos y medírsele a los retos “las mujeres debemos tratar de hacer las cosas que hacen los hombres” escribió una vez y la cita aparece en su libro Last Flight.
La primera vez que Amelia voló como pasajera en 1920 ella supo que eso era lo que quería hacer el resto de su vida. “Apenas dejamos el suelo yo sabía que tenía que volar”, escribió. Sus primeras clases de aviación no las tomó con el instructor Frank Hawks, que la llevó en ese primer vuelo, porque él no creía en las mujeres, entonces la piloto Neta Snook, se convirtió en su primera instructora, a pesar de que ella tampoco creyera mucho en Amelia. Después de varios vuelos y récords de altura, Amelia como pasajera a bordo en 1928 se convirtió en la primera mujer en cruzar el Océano Atlántico (ya lo había conseguido Charles Lindbergh en 1927). Al partir a ese viaje, ella le dejó a su mamá una carta que decía “Mi vida ha sido muy feliz y no tengo problema en que se acabe en medio de esto”. Luego en 1932, Amelia se convirtió en la primera mujer en cruzar el Océano Atlántico en solitario y en la primera también, en cruzarlo dos veces por el aire. El avión rojo Lockheed Vega está exhibido en el Smithsonian National Air and Space Museum en Washington D.C. y verlo es más que emocionante en medio de tantas historias de héroes hombres que llegaron a la luna, al espacio…de hazañas de aviadores, de pilotos militares.
A partir de su éxito al cruzar el Atlántico, Amelia recibió miles de homenajes de jefes de Estado y condecoraciones. Se convirtió en la mujer más destacada del año. Era admirada y adorada, fue imagen de varias publicidades y causas, editora de aviación para algunas revistas como Cosmopolitan en donde escribió artículos sobre lo seguro que era volar y en los que motivaba a las mujeres a tomar el riesgo, escribió libros con las impresiones de sus viajes “las nubes se ven como icebergs en la distancia”, y hasta lanzó su propia línea de ropa que reflejaba su casual elegancia. Su ropa apareció exhibida en almacenes como Macy´s en New York.
Luego de realizar distintos vuelos, intentó el último viaje de su vida en compañía del navegador Fred Noonan en el que pretendía darle la vuelta al mundo. Dos años después, en 1939 Amelia fue declarada legalmente muerta luego de meses de búsqueda. Se convirtió en un mito y su historia rodeada de teorías de conspiración en las que se dice entre otras cosas que Amelia y Noonan fueron capturados por los japoneses y llevados a los campos de concentración o que en realidad Amelia viajó como espía y que como no podía volver con su auténtica identidad vivió el resto de su vida con otro nombre en New Jersey y que falleció en 1985. Fue noticia hace poco también que se encontraron sus huesos en una isla del Pacífico. Lo cierto es que todavía la historia de Amelia Earhart se guarda en documentos clasificados.
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