Cuánta falta hace el inolvidable Édgar “El Negro” Perea, para narrar los episodios de la próxima contienda presidencial colombiana, que tiene más ingredientes de pelea de boxeo que de debate ideológico. En este “match”, que tiene un cuadrilátero sui géneris, con muchas esquinas y toallas de papel ecológico para evitar contaminación si algún púgil tiene que arrojar la suya; y cuyo reglamento no excluye golpes en ninguna parte del territorio humano, en ese, todo se vale, con la particularidad de que los guantes identifican el estrato social y económico del “boxeador”. Los hay de piel de nutria, de seda china, de cuero de tatabra y burdos, como los de electricistas y mineros. Pero los golpes en este caso no son iguales a los de Mike Tyson y similares, que buscan descalabrar al contrincante, romperle los huesos y aplastarle las narices, sino que pretenden destruir su buen nombre, dejar su reputación por el suelo, escarbarle su pasado, y el de toda su familia, para vincularlo a variados crímenes; acercarlo a los linderos del Código Penal y empelotarle la vida privada y exhibirla a través de todos los medios audiovisuales, para lo cual es necesario vincular al equipo de auxiliares, antes que nada, a un experto en sistemas de comunicación, o “hacker”, mientras más perverso y chismoso mejor pagado.
La expectativa del público se interesa más por el morboso espectáculo de ver destruir prestigios y mirar cómo quedan sangrando en la lona trayectorias de vida pública y privada hasta ese momento impecables, porque “Kid Malacara”, por ejemplo, le asestó a “Bill Cascarrabias” un golpe bajo a su historia familiar y a la calidad de los materiales que ha utilizado para construir su prestigio. Y “Respingado de Itagüi” descubrió, con la ayuda de “Fercho Picodeoro”, su socio, que Heriberto del Asfalto compartió sábanas en un hotel de La Habana con seductoras sirenas maoístas, que le cantaron al oído trozos de la ópera “La Impunidad”, obra del genial compositor caribeño Hugo Nicola Castrati.
A pesar de que las boletas para asistir a “la pelea del siglo” se están vendiendo hasta en los semáforos, las enciman en las verdulerías por la compra de una gaja de plátanos, las regalan las emisoras de farándula a quien identifique a la diva más mamona de la televisión y se pueden bajar de Internet abriendo la página www.abstencióngeneral.com, el público ha mostrado tal desgano que ni los pícaros se han tomado el trabajo de falsificarlas. Esta va a ser, según los pronósticos, y a pesar de la publicidad que se le ha hecho, la pelea del bostezo. Tanto que los encuestadores van a presentar así la consulta:
Si la pelea fuera mañana, ¿cuál de los siguientes púgiles ganaría (la lista son dos páginas)?
¿No sabe o no responde?
¿Le importa un chorizo?
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