Como se ha dicho, la importancia y alcance de los estudios relacionados con medicina van más allá de las universidades, los institutos o los mismos profesionales que han adquirido sus respectivos títulos.
Los médicos son servidores de la sociedad, sin distinción de ninguna clase, lo que implica que no hay límite en el conocimiento general que los diferentes núcleos sociales tengan sobre aquellos profesionales que los van a atender desde su gestación hasta la muerte, e inclusive en ocasiones más allá de ésta como en el caso de los forenses.
Por la misma razón los estudios médicos son de la incumbencia de la sociedad y sus organizaciones, no son asunto de unos pocos, porque como pocas profesiones, en algún momento de la vida de una persona, ella se va a encontrar con la necesidad de ser atendido por un médico y deseará que sea el mejor preparado para ayudar a salvaguardar su vida.
La historia de la medicina relata la manera como se fueron formando, de verdad, los médicos quienes desde épocas inmemoriales fueron adquiriendo sabiduría y destrezas para servir a sus semejantes. No hay descrito un primer momento, todo se fue dando desde los primitivos seres hasta llegar a las insospechadas, jamás imaginadas, actividades de quienes hoy ejercen la profesión.
Quienes querían aprender lo hacían, día y noche, al lado de su maestro. Se entregaban totalmente al trabajo y el médico de la época, en la medida de los resultados del aprendizaje le iban delegando responsabilidades hasta que se convertía en otra persona con cualidades suficientes para reemplazarlo y superarlo, que es la misión que debe fundamentar a todo docente.
Durante un buen trayecto del ejercicio médico se habían dividido entre médicos y cirujanos. Éstos estrechamente relacionados con los barberos.
Luego el médico, hasta casi el fin del siglo XIX y bien entrado el XX, ejercía su ministerio de forma integral. Poco a poco fue entendiendo que se requería una partición de actividades y por lo tanto se delimitaban las responsabilidades, comenzaban las especialidades. Los motivos que dieron y dan lugar a ello son diversos, inicialmente sencillos y ahora complejos, siendo los más entendibles: agrado, capacidad y oportunidad.
Sin embargo, desde las épocas antiguas hasta ahora el médico debe cumplir siempre con acciones que lleven a proteger la vida de una persona en peligro, en un momento dado.
Inicialmente los especialistas no requerían una autorización específica para ejercer, ni título, y se encasillaban en tres actividades: clínica, cirugía y obstetricia, con o sin ginecología. Hoy son decenas de nominaciones y llegan hasta las supraespecialidades, -va más allá, en sentido general aunque es sub en el biológico-.
Durante casi 100 años, los médicos se dedicaron a ejercer las especialidades como una decisión personal, y anunciaban su experticia sin título de especialidad. La sociedad respetaba esa decisión por las calidades humanas, científicas y éticas de los médicos quienes estudiaron en el exterior trajeron sus certificaciones. Mientras tanto el médico general mantenía su preeminencia.
Por delegación ministerial, la Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Medicina comenzó a expedir títulos con reconocimiento general.
Poco a poco se fue imponiendo la necesidad de contar con un especialista formado regularmente bajo la dirección académica de una universidad, y el componente práctico lo hacía en un hospital reconocido, o en uno de los llamados en ese entonces hospitales universitarios. En Colombia para ejercer anestesiología y radiología, es necesario el título de especialista. Los demás certificados de especialidad se requieren para docencia y ocupar cargos de atención en salud. Todavía hoy acá es posible el ejercicio libre de las otras especialidades sin certificación, bajo las premisas de pericia, diligencia y prudencia.
Una residencia bien hecha impone muchos sacrificios y en no pocas ocasiones se cruzan con los sistemas modernos de aprendizaje. En donde enseñanza, servicio, recursos, descanso y remuneración deben ser equilibrados.
Acaba de ser sancionada la Ley 1917, por la cual se reglamenta El Sistema de Residencias, -formación de especialistas-, Médicas en Colombia, su mecanismo de financiación y otras disposiciones. Ley que merece ser analizada detalladamente, en lo positivo, en lo negativo y en lo ignorado.
Continuará.
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