La prensa nacional se encuentra concentrada en la renuncia del expresidente Álvaro Uribe Vélez a su curul en el Senado de la República, y en la decisión que el mismo Senado adopte ante dicha renuncia. Se especula, se acusa, se malinterpreta, se tergiversa, se miente y se señala sin pruebas, tratando de orientar a la opinión hacia una supuesta evasión judicial del senador Uribe, sea cual sea su decisión. Es decir: si renuncia a su curul, lo acusarán de que lo hace para evadir a la Corte Suprema; y si no renuncia, de que se pretende beneficiar de su fuero para obtener impunidad. Pero lo que esos enemigos no cuentan es que, sea quien sea el juez (la Corte Suprema, o la justicia ordinaria), estará sometido a la justicia colombiana, dentro de la institucionalidad y bajo los parámetros constitucionales, muy diferente a lo que hacen sus enemigos políticos quienes, aún cobijados por beneficios, concesiones y dádivas, prefieren evadirla.
Repito: se somete a la justicia, aún después de los escándalos del cartel de la toga, del desprestigio en el que han caído las Altas Cortes, y de la evidente penetración de la izquierda en sus diferentes órganos. Esa misma izquierda, que después de salir beneficiada por decisiones sesgadas a su favor en numerosos procesos, hoy se atreve a expresar su desconfianza, pues saben por experiencia propia que nuestra justicia es débil, manipulable, penetrable y maleable, al punto de cohonestar transgresiones, delitos e ilegalidades cometidas por sus camaradas y cobijarlos con un manto vergonzoso de impunidad. ¿Exagero? Miremos:
Antanas Mockus llega al Senado cabalgando sobre serias inhabilidades por haber sido representante de una compañía que efectuó millonarios contratos con el Estado. Estas inhabilidades serían suficientes para anular su elección, si no fuera por sus vínculos y colaboración con las Farc (oportunamente admitidos por el propio Mockus), y por las presiones mediáticas y de los grupos de izquierda colombianos.
Teodora, a quien se le logró probar sus vínculos, colaboración, nexos y tratos con las Farc, fue beneficiada por la misma Corte que hoy juzga al senador Uribe, con la anulación de las pruebas encontradas en los computadores de alias Raúl Reyes. ¿El origen de su beneficio? ser de tendencia comunista y colaborar con la izquierda colombiana.
Las Farc, que no han entregado rutas, patrimonio, bienes, ni han reparado a sus víctimas, y cuyos dirigentes siguen delinquiendo, narcotraficando, extorsionando y dominando vastas regiones del país, se encuentran hoy en muelles curules en el Congreso de la República y hasta se dan el lujo, como en el caso de Iván Márquez, de no posesionarse por temor a correr la suerte de su sobrino al enfrentar la justicia colombiana. Y aún así, esa misma justicia los sigue llenando de privilegios, les da vacaciones, les proporciona cárceles especiales y les da tratamiento de príncipes. ¿O estaré mintiendo, delincuente Santrich?
Claudia López, quien se niega a retractarse de sus calumnias e injurias en contra de sus enemigos políticos, desconoce los mandatos judiciales y se salta las decisiones de los jueces sin que nada le pase. ¿La causa? sus vínculos con la izquierda colombiana, encabezada por Petro, y secundada por sus jueces y magistrados de bolsillo.
El mismo Gustavo Petro, después de haber sido destituido, acudió a argucias judiciales que terminaron cobijándolo nuevamente con la impunidad de la que años atrás se había beneficiado.
¿Y ante estos casos, qué reacción hubo de quienes se escandalizan por cualquiera decisión que adopte Álvaro Uribe Vélez? ¡Ninguna! Porque ellos saben que lo que hoy vivimos es más una rencilla política que un proceso judicial. Ellos saben que lo que hoy se nos presenta en un momento oportunista no es más que el producto de un trabajo mancomunado entre la izquierda y un aparato judicial desprestigiado, corrupto, amañado y peligrosamente penetrado por intereses politiqueros. No es extraño entonces que quienes fustigan al senador Uribe y piden castigo, cárcel y ejecución, sean los mismos que aplauden a terroristas comprobados que no solo quedan impunes, sino dotados de poderes omnímodos. ¡Esa es la doble moral de la justicia!
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