¿Cuál es la diferencia entre Garavito violando y asesinando niños, y los cabecillas de las Farc violando, asesinando, alienando y obligando a abortar a niñas menores en sus filas? ¿Cuál es la diferencia entre Santrich tratando de cretino a un periodista de RCN cuando le pregunta por esas violaciones y abortos, y Santos tratando de ridiculizar a otro periodista que le pregunta por la disminución en la calificación crediticia internacional? ¿Cuál es la diferencia entre Popeye enrumbado con alias Tom (el narcotraficante más buscado del momento) y el desfile de políticos reunidos con los cabecillas farianos en rumbas en La Habana y otros sitios en Colombia? ¿Por qué para Santos, Popeye debe ser nuevamente encarcelado por ser amigo de un mafioso, mientras Simón Trinidad, otro mafioso reconocido, debe ser repatriado para ponerlo a vivir a cuerpo de rey? ¿Cuál es la diferencia entre Pablo Escobar fungiendo como representante a la Cámara, y los cabecillas farianos que nos impusieron como congresistas a partir del próximo período legislativo? ¡Ninguna!
O tal vez sí: que cuando se trata de los criminales farianos la culpa de los crímenes pasa a ser de los medios porque denuncian, o de los periodistas que adquieren el calificativo de cretinos porque tocan temas sensibles para los terroristas. O de la prensa en general que pasa a ser tratada como tribunal de la inquisición por quienes hoy sientan cátedra de pureza, honestidad, santidad y castidad cuando no han dado la más mínima muestra de arrepentimiento, contrición o sensibilización y, por el contrario, cada vez se muestran más soberbios, prepotentes y autoritarios. Se trata de criminales, o narcotraficantes, o violadores o, en el menor de los casos, cínicos personajes de la vida nacional. Solo que, por el poder espurio que se les ha concedido, la sociedad enmermelada se pone un velo que enceguece y un tapabocas que impide sentir el hedor de tanta pestilencia. ¡Esa es la doble moral de los colombianos!
Y lo peor de todo es que parece que nos vamos acostumbrando a que estas cosas pasen y las asumimos como situaciones normales, cotidianas y soportables. ¿Habremos perdido la capacidad de asombro y la capacidad de reacción? Tal vez no. Y estamos próximos a demostrarlo en las urnas en las contiendas electorales de marzo y mayo de 2018. Porque será la oportunidad de derrotar esa izquierda aliada con las Farc que nos tiene en este estado de postración; porque será la oportunidad de arrasar y desterrar al terrorismo, por vías democráticas, y devolverle al país la gobernabilidad y la institucionalidad. Porque será la oportunidad de retornar a la majestuosidad constitucional tan perdida en esta catastrófica alianza Farc-Santos. Porque será, en fin, la oportunidad de rehacer esa Colombia próspera, segura, pujante, democrática y firme que tratan de convertir en otra Venezuela. ¡Y entonces veremos que sí hay diferencias!
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Ver los resultados que muestra hoy la Industria Licorera de Caldas, nos hace sentir tan orgullosos de la empresa como de la capacidad gerencial de uno de los pocos líderes reales con que cuenta nuestro departamento. Porque Luis Roberto Rivas ha demostrado que las cosas se pueden hacer bien y que, desde la gerencia de la empresa más importante de la región, se puede construir confianza, se puede creer en lo nuestro y se pueden superar las dificultades. Porque tal vez nunca como ahora la ILC había sufrido tantas amenazas externas, tantos ataques debilitadores y tantas circunstancias adversas, y a todas ellas se les ha respondido de una forma sensata, inteligente y adecuada. Ha afrontado con solvencia nuevos impuestos; vigencia de un código de policía que limita el consumo; competencia legal de productos foráneos; reestructuraciones administrativas, contables, financieras, legales, etc.; y penetración efectiva de nuevos mercados. Ha afrontado, en resumen, una transformación estructural con gran éxito. La misma ILC, que en 2014 se presentaba como inviable bajo la alianza Seidel-Saffón, hoy es la que aporta mayores transferencias a nuestro departamento y arroja utilidades envidiables en el mercado. Y aquí también hay diferencias. ¡Felicitaciones!
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