Confieso que había dudado en participar en la marcha del próximo sábado 1 de abril, pues hace exactamente un año el país fue convocado a otra manifestación que se decía espontánea, sin tintes políticos, sin matices partidistas, ni colores, ni sectarismos y algunos líderes del Centro Democrático terminaron arrogándose su éxito en las plazas principales de diferentes ciudades, en lo que se constituyó, a mi modo de ver, en un engaño y una decepción para muchos de los participantes que se sintieron utilizados, manipulados e irrespetados.
Pero la gravedad de lo que estamos viviendo hoy amerita que el pueblo se una, se manifieste, proteste y, aunque sea de manera simbólica, le demuestre a este Gobierno que sabe que su desvergüenza es total y que su aceptación ha caído a los niveles más bajos. La gravedad del momento amerita un estallido social que se constituya en el inicio de una gran revolución pacífica que, bien orientada, produzca efectos políticos que nos permita cambiar el desastroso rumbo que este Gobierno nos ha marcado.
Y que esta vez no se les ocurra a las cabezas del Centro Democrático ufanarse por los resultados de la marcha, porque somos muchos los colombianos que no compartimos lo que sucede dentro de ese partido, pero sí queremos manifestarnos en contra del Gobierno Santos; son muchos los colombianos que no comulgan con el senador Álvaro Uribe, pero repudian este Gobierno; son muchos los colombianos que se sienten impotentes y quieren expresar su descontento, pero temen volver a ser manipulados y utilizados. Y más en Caldas donde, paradójicamente, el Centro Democrático, que invita a marchar para protestar contra la corrupción, viene conviviendo con ella y guardando un silencio cómplice dentro de sus huestes. Porque no de otra manera se puede interpretar que las directivas de ese partido cobijen, defiendan, abriguen y protejan al diputado Nicolás Aguilar, cuando está enfrentando serios cuestionamientos éticos, delictuosos y políticos dentro de su mismo movimiento y ante las autoridades administrativas y penales, y solo atina a defenderse atacando rastreramente a sus copartidarios y a quien represente peligro para sus ambiciones desmedidas. El Centro Democrático debería empezar por dar ejemplo en casos tan delicados como este y proceder a aplicar con rigurosidad la depuración de sus representantes y a sentar un precedente público de decencia y decoro.
De manera pues que sí voy a marchar el 1 de abril. Y lo haré para protestar por el cinismo de un presidente que tiene el descaro de negar lo innegable, y de montar la más descarada pantomima ante el Consejo Nacional Electoral solicitando la revisión de unas cuentas que ya prescribieron; y de decir que “se acaba de enterar” del multimillonario apoyo ilegal a sus campañas por una empresa extranjera, cuando esto está prohibido expresamente en la ley. Para protestar por la reforma constitucional que acaba de imponernos, donde se le cedió en un todo a las Farc y se violaron los procedimientos para acelerar su aplicación. Para protestar por la entrega del país al terrorismo fariano que resultó estar compuesto por escasos 5.000 terroristas que se encuentran descansando en las zonas veredales, donde “coincidencialmente” se encuentran los mayores cultivos de coca del país. Para protestar por la corrupción que se vive en este Gobierno y que deterioró todos los valores sociales. Para protestar porque, querámoslo o no, Colombia va camino a convertirse en una Venezuela y nuestro silencio contribuye a esa debacle. Para decir con firmeza #NoMasSantos y demostrar que estamos hastiados de este Gobierno que terminó entregándonos a los peores enemigos de Colombia.
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Buena decisión de la Alcaldía la de excluir del POT la destinación del suelo para vivienda familiar en la zona industrial. De haber prosperado esa iniciativa, estaríamos enfrentando una nueva recesión industrial en Manizales.
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