Viendo lo que ha pasado en el Concejo de Manizales en los últimos días y los lánguidos movimientos que se han generado con la supuesta misión de defender los recursos naturales y el medio ambiente, no podemos más que declararnos sorprendidos por la simpleza intelectual que los acompaña y por la altísima intención de figuración mediática que persiguen quienes han asumido esto como bandera, pero cuya profundidad es nula y están poniendo en serio riesgo el crecimiento armónico de la ciudad y su desarrollo.
Se declaran enemigos de que Manizales se expanda hacia sectores como La Aurora (Río Blanco), Veracruz (sector de La Linda), La Alhambra (Vía al Magdalena), etc., porque supuestamente el daño ecológico que se causará será enorme. ¡Nada más alejado de la realidad! Los estudios realizados por las autoridades ambientales como Corpocaldas (órgano constitucionalmente encargado de velar por la protección del medio ambiente), han arrojado resultados de viabilidad de desarrollo en estos sectores, y han expedido las licencias respectivas. Pero de un momento a otro, algunos concejales cuya preparación es escasa, resultaron expertos en la protección ecológica y animalista y adalides de una causa sobre la que, sin mayores argumentos, pretenden sentar cátedra; y en tal virtud, repito, están bloqueando el crecimiento de la ciudad. ¡Qué desastre!
Propenden porque la expansión de Manizales sea en zonas tan alejadas como El Rosario o el Kilómetro 41 o, en su defecto, a que el crecimiento siga siendo vertical. Si lo primero, el resultado será el desplazamiento obligado de la inversión hacia los municipios vecinos (caso La Florida); si lo segundo, estaremos condenando a Manizales a sufrir un problema de movilidad de inmensas proporciones pues, como pasa actualmente, la demolición de una o dos viviendas en una manzana entra a ser ocupada por edificios que albergan 60 o 70 viviendas, más locales comerciales, con escasos parqueaderos y con las mismas zonas de circulación urbana. Resultados: más vehículos por las mismas vías y, por ende, más contaminación y más congestión. ¡Nos estamos ahogando!
Pero eso no les importa a estos concejales. Defienden la densificación únicamente porque es la bandera que les exigen desde la dirección de su partido, y es la bandera que más réditos politiqueros (¿o económicos?) les proporciona. Viven de la alharaca, del escándalo, de la figuración mediática y de las verdades a medias. Sobreviven políticamente a costa de intervenciones ridículas pero bulliciosas y se preocupan más por subir su video a Youtube que por los efectos que causen sus oscuras decisiones para la ciudad.
Yo les pregunto: si defienden con tanto ahínco los recursos naturales y sufren con la afectación del medio ambiente, ¿por qué guardan silencio frente a una evasión de más de 70.000 vehículos en su revisión técnico-mecánica y de gases? ¿Por qué permanecen callados ante la evidente polución causada por el transporte público en las carreras 18, 19, 20 y 21 de Manizales? ¿Por qué no se enfurecen ante la cantidad de motos ruidosas que enturbian el ambiente? ¿Qué han dicho ante la proliferación de vallas ubicadas en sitios prohibidos? ¿Por qué no promueven marchas para exigir el cumplimiento de la ley y la presencia de autoridad para controlar estos desmanes ecológicos? ¿A qué le temen? ¿Qué intereses los mueve realmente? ¿Su lucha es de verdad por la ecología, o habrá mucho de vitrina, retaliación, envidia o intereses económicos oscuros? ¡No nos engañen más ni sigan pescando en río revuelto, porque están es acabando con Manizales!
La ciudad sabe a qué concejales me refiero; y no seré yo quien contribuya a resaltar sus nombres dentro de esta táctica perversa de sobresalir mediante el escándalo, la alharaca y las rabietas sin sentido. Y aunque sobre las zonas de expansión y los intereses que se mueven en el Concejo hay mucho qué decir (y más grave), es mejor esperar a ver los resultados finales del POT.
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