Honorable Concejal Víctor Cortés:
Asistí virtualmente a la sesión del Concejo de Manizales del día 13 de septiembre, y vi con complacencia cómo esa Altísima Corporación dedicó gran parte del tiempo a responder airadamente las actuaciones que, en forma legal y constitucional, emprendí para denunciar lo que, en mi concepto, fueron violaciones de la ley en la discusión y trámite del nuevo POT.
Entiendo su dolor, su exasperación, su indignación y su molestia conmigo, pues es Usted dirigente de una ciudad donde la costumbre es aguantar, soportar y resignarse a los abusos y los atropellos de sus gobernantes. Por eso, cuando se encuentran con algún ciudadano inconforme y con argumentos, aflora una dignidad que muchas veces les falta en sus actuaciones, y reclaman un respeto que han perdido a causa de sus comportamientos consuetudinarios. Repito: lo entiendo, pero no lo comparto. Por eso también entiendo que me haya tratado Usted de bellaco, deshonesto, temerario y otros epítetos desobligantes que dicen más de quien los profiere que del receptor.
Me amenaza con destapar la supuesta grabación de una conversación que sostuvimos cuando atendí su invitación a la presidencia de la Corporación. ¡Qué bueno que lo hiciera Concejal! Es más: ¡lo reto a que lo haga! No amenace más con sutilezas porque, de existir la grabación, y no estuviera editada, quedaría Usted muy mal parado y evidenciaría lo que tanto se comenta en la calle y que nadie, hasta ahora, ha podido probar; quedaría en evidencia su verdadero comportamiento. ¡Gran favor le haría a la ciudad y a la democracia! Quiero sí advertirle que su amenaza es más una autoincriminación pues, de existir la grabación, la habría hecho Usted sin mi consentimiento, lo que se traduce en una violación a la intimidad, derecho fundamental contemplado en la Constitución Política y respaldado, entre otros, en la Sentencia T-233/07 de la Corte Constitucional.
Amenaza Usted también con investigar la pauta publicitaria otorgada por empresas privadas. Es esto, además de un acto de prepotencia y soberbia, un despropósito llevado al máximo. Pero hágalo también, Honorable Concejal: se va a llevar una desagradable sorpresa porque desde hace muchos años renuncié a participar en espacios periodísticos en los cuales tuviera que comercializar pauta, precisamente para actuar con libertad e independencia.
Habla Usted sin sonrojarse, Concejal, de doble moral. Y me acusa de haber “ofrecido” (sin determinar qué, ni a quién, ni cuánto, ni cómo, ni dónde), tratando de dejar un manto de duda sobre mi persona y, a la vez, cubrir sus comportamientos vergonzosos. Le recuerdo que es Usted un servidor público y que, como tal, está obligado por el Código de Procedimiento Penal a denunciar ante la autoridad los delitos de cuya comisión tenga conocimiento. No es si quiere o si las circunstancias lo determinan. ¡No! Es su obligación. Por tanto, si lo que está tratando de insinuar es que no ha querido denunciar supuestos comportamientos delictuosos de mi parte, pues me permito decirle que está violando la ley, y eso no le queda nada bien al presidente del Concejo.
Mis actuaciones no son de mandadero. Lo que hago, lo hago con convicción y por amor a una ciudad a la que le debo mi lealtad. Pero, en gracia de discusión, si actuara en defensa de intereses particulares, ¿no tendría derecho a hacerlo? ¿Los privados no tenemos derecho entonces a defender nuestros intereses, nuestro patrimonio, nuestros bienes y nuestras inversiones, de las garras de la corrupción y la desvergüenza? Sería un comportamiento legítimo, natural y válido. Diferente al caso suyo, Honorable Concejal, pues de existir intereses particulares tendría que haberse declarado impedido para abordar el trámite del POT. ¿Podría decir también, sin sonrojarse, que no hubo intereses particulares de algunos concejales, incluido el presidente, en el trámite y aprobación de este nuevo POT? Dejo esa inquietud a su consideración.
Por último, doctor Cortés, le tengo que decir que me identifico con Usted en que no estoy a la altura de este Concejo ni de algunos Concejales. Tendría que reducirme de tamaño para lograr ese equilibrio, pues mientras yo acudo a la ley y la Constitución para lograr mis cometidos, el propio presidente y el concejal Díaz acuden al insulto, al constreñimiento y a las amenazas (y ojalá no a las vías de hecho) para tratar de silenciarme. ¡Vaya diferencia!
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