Hace algún tiempo escribí una columna titulada “La de nunca acabar”, en ella expuse como en una de las estribaciones de la cordillera central, ubicada en la vía al Zancudo se había presentado un derrumbe de proporciones considerables debido al inconsciente manejo de la ladera, amenazando entre otros problemas, con echar al traste algunas viviendas, una de ellas diseñada por el arquitecto Simón Vélez Jaramillo.
“Bestias”… dirían algunos en relación a los animales que en su continuo ir y venir habían socavado el terreno ocasionando una cárcava que amenazaba con ser cada vez más grande si no se tomaban los correctivos necesarios para detener su efecto devastador. Pues no, el propietario del terreno cercó literalmente la corona del derrumbe y las bestias continuaron pastando. La tragedia anunciada hizo nuevamente su agosto incluyendo ésta vez un caballo que rodó aparatosamente con la tierra y el lodo.
Tiempo después, la Administración Municipal tomó cartas en el asunto y mediante el programa de “…construcción de obras de reducción del riesgo en sitios priorizados en la línea ambiental del plan de acción específico -PAE- para la recuperación en el Municipio de Manizales” según reza en la valla, comenzó las obras de reparación de aquel predio vecino a la casa donde vivo, lo que me ha hecho testigo de excepción de la denuncia que estoy presentando otra vez.
“El que la hace la paga”, especie de “epígrafe” que en materia de justicia enarbola el Gobierno nacional, parece que no aplica en la localidad, no solo los impuestos de los colombianos están sufragando los costos de un daño ocasionado por un privado, “premeditado”, debidamente anunciado, explicado hasta la saciedad, con experiencias nefastas como el derrumbe por la misma causa en la Marmolera, que ocasionó enormes daños a la planta Luis Prieto dejándonos sin agua durante un buen rato, sino y para colmo de males, el dueño del terreno cercó el flanco superior de la obra de estabilización, aún en construcción y allí siguen las bestias lucrándose de la tierra, como si nos estuvieran haciendo pistola mientras se burlan de nosotros.
Seguramente los “ecologistas”, aquellos que organizan marchas y se rasgan las vestiduras cuando de “Tierra Viva” se trata, permanecerán callados porque tratar de poner en cintura a los ganaderos regulando el manejo del pastoreo ocasionaría que perdieran sus votos, y mientras todo eso pasa o no pasa, parece que tanto la Administración Municipal como los profesionales que están dirigiendo las obras no han tenido la voluntad o las herramientas necesarias para detener la acción del irracional que quiere mantener a toda costa la causa de un problema que viene erosionando absurdamente el territorio en que vivimos.
¿Será justo que la reparación del próximo derrumbe, el mismo más grande, lo paguemos otra vez los manizaleños con nuestros impuestos?
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