Hemos tenido durante estos últimos meses, tanto en Colombia como en los países de América Latina, incluyendo al Coloso del Norte (en este caso me refiero a USA), una serie de acontecimientos que nos han tenido bastante alejados de lo que pudiéramos llamar trabajo normal. A nivel de los vecinos de América Latina, tenemos siempre encima de nuestras espaldas a los dictadorzuelos. No sabemos si porque su situación económica los tiene ya en la situación más amarga que uno pueda imaginarse, o si por el contrario (algo que dudamos mucho), están comenzando a recapacitar sobre la tragedia que embarga a ese que un día fue uno de los más prósperos países del mundo, hoy se debate en la tragedia que el mundo entero conoce y sobre la cual desafortunadamente hasta el momento no se ha podido hacer nada por solucionar.
Francamente uno no alcanza a entender la inoperancia de un enorme grupo de organismos multinacionales que se la pasan de reunión en reunión emitiendo comunicados de condena contra ese gobierno, llegando a puntos de aislarlo del mundo tanto, en lo político como en lo económico con resultados verdaderamente lamentables, pues lo único que reciben como reacción son los soeces insultos que mantienen a flor de labio los cabecillas dueños del poder.
Todo indica que la única forma de borrar del mapa a los Maduros y a los podridos es metiéndoles las manos a los bolsillos, sobre todo a los militares, porque teniendo como las tienen las barrigas llenas y las cuentas en el exterior llenas de euros y dólares, cualquier intento de bajarles los humos es una verdadera quimera.
Pero dejemos aquí este tema y comentemos lo que nos está pasando en nuestro país, ahora que tenemos nuevo presidente a quien algunos gru-pillos se han dedicado a atacarlo, sin siquiera haber comenzado su mandato, y con todos los problemas que tenemos encima y de los que no se puede culpar al nuevo gobierno. Lo que más sorpresa desagradable ha causado fue el discurso del exguerrillero Petro, el día de la victoria de Duque, cuando en una diatriba llena de groserías se dio el lujo de dar órdenes al nuevo presidente, en una clara demostración de mala educación que causó al país una reacción que aumentó el número de antipetristas. Mal comenzó, mostrando el cobre, una persona que ya traía un gran lastre con su mala fama, no solo de pésimo administrador como alcalde de Bogotá, sino como cabecilla de guerrilleros que mucho dolor regaron por todo el país.
Pero cambiemos a otro tema mucho más agradable, como es el certamen del Mundial de Fútbol y que ya está entrando en la recta final. Hasta ahora a Colombia le ha ido muy bien, y no solamente hemos tenido buena suerte, sino que se ha jugado un buen fútbol que ha entusiasmado a los comentaristas deportivos de todo el mundo. Estamos seguros que terminaremos en los lugares de avanzada y vale la pena resaltar la afición, que salvo dos o tres manchas negras, dieron un buen ejemplo de educación. Pero lo peor ha sido la cuadrilla que han formado una buena cantidad de periodistas y sobre todo de caricaturistas, quienes con menos memoria que un chorlito ya se les olvidó cuál fue el presidente que con su valor y su inteligencia nos retornó la paz y el derecho a recobrar nuestra patria, tantos años en poder de los facinerosos.
Dejemos aquí estos comentarios, esperando que el martes el júbilo sea completo y la fiesta también.
P.D.: No me opongo a que la gente mire el reloj cuando estoy hablando. Lo que me enfurece es que lo agiten para comprobar que sigue funcionando.
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