Empezó la llegada a los puertos colombianos de la ayuda humanitaria para nuestros vecinos venezolanos, enviada por varios países del mundo para dar una mano de alivio a una nación cuya situación ha llegado a extremos que nunca pensamos se podrían alcanzar.
Sin embargo, y a pesar de la caótica situación, el chafarote reinante no ha autorizado la entrada de las ayudas, aumentando la tragedia ante el éxodo de personas que no encuentran drogas, ni alimentos, y que a pesar de la generosidad que ha demostrado Colombia, la desgracia es de tal tamaño sin el concurso de otros países, nuestro gobierno no podrá ofrecer una solución a la altura de las necesidades.
Ha intervenido el propio papa Francisco, quien hasta se ha hecho a opositores dentro de la iglesia, porque todavía hay muchos cardenales, obispos y hasta curitas que siguen creyendo que lo que está pasando es responsabilidad del mismo pueblo, y no de la dictadura cuyos cabecillas no tienen la menor intención de soltar las enormes cantidades de dinero que se han robado.
A la cabeza de la oposición a Maduro ha aparecido con grata sorpresa un joven valiente e inteligente. Se trata de Juan Guaidó, de escasos 35 años, quien ha venido demostrando su coraje, enfrentando con valor a los militares de su país. Esperamos que vuelva a llevar a Venezuela por los caminos de la libertad y el progreso.
Hace una semana presenciábamos una inmensa tragedia ambiental en la gigantesca represa de Hidroituango. Por fortuna, empieza a retornar la tranquilidad, pero con un temor que demorará bastante tiempo en desaparecer, pues el peligro sigue latente ya que la magnitud de lo sucedido en una de las obras de ingeniería civil más complejas de Latinoamérica, está lejos de demostrar que el riesgo ya pasó.
Nadie desconoce los ingentes esfuerzos hechos por los equipos técnicos de EPM, pero tampoco hay claridad sobre las causas de lo sucedido, y en esa investigación se debe llegar hasta las últimas consecuencias.
Finalmente, en los días recientes hemos sido testigos de cosas buenas y otras regulares. Creo que es hora de reconocer que el talante del presidente Duque nos da un buen espacio de sosiego. Su estilo reposado, su muy interesante forma de entenderse con los políticos, sus magníficas relaciones con los líderes mundiales y su gran capacidad de trabajo, con seguridad pondrán las encuestas de opinión en una escala lo suficientemente alta para confirmarnos que vamos por la senda correcta.
P.D.: Darío Echandía dijo un día en un debate sobre la corrupción: En política es admisible meter las patas, pero nunca meter las manos.
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