El ambiente político pocas veces había estado tan caldeado. Los acontecimientos de los últimos meses han sido una demostración de lo más vergonzoso que tenemos como Nación: la policlase. Personas elegidas con el voto de la gente que, atornillados en el poder, hacen y deshacen, con no más interés que el de satisfacer su gula. Pero la gula de esos políticos es insaciable. Tanto como su nivel de indignidad y corrupción.
El escándalo que ha llevado a tanta gente presa en otras naciones, aquí se enreda, para que los términos prescriban, las acciones judiciales sean inanes, las sanciones nulas y los señalados gocen de libertad sin condiciones, haciendo gala de un poder muy grande, pero sin trazos de dignidad, cualidad de la que carecen. ¿Qué más se puede esperar de una república “bananera” que se reedita constantemente, sin que les produzca vergüenza, sin que sean acorralados por los que votaron por ellos, que se supone son sus patronos?
No, aquí tenemos el juicio falseado, tanto como el principio de transparencia y honestidad de los políticos y burócratas, algo que debe ser condición taxativa para el ejercicio de la misma. Aquí no. Lo mismo da que el que manda o el que paga, el indigno en el escaño del Parlamento, sea un analfabeta o un “señor” lleno de títulos, pero carente de escrúpulos. Es el ejercicio de lo público en beneficio propio, para enriquecer clanes y minorías ancladas al poder; ese poder que se heredan como si nada, sin asomos de dignidad.
Una fuerza que gobierna en cuerpo ajeno, con un títere que hace mal los mandados; o los hace bien, aparentando que mal para engañar a la opinión pública, tan poco interesada en enfrentarlos y denunciarlos, desenmascararlos, castigarlos políticamente. Eso no es posible en un país que logró gracias a las artimañas de los políticos, hacer perder la independencia de los tres poderes, para hacer un bloque monolítico en el que “yo lo elijo y usted no me toca”.
Las que fueron gestas libertarias que nos quitaron el yugo, se apoderaron del poder y lo tienen para demostrar todo lo que se puede hacer en contra del interés general, privilegiando a pocos, que gozan burlándose de toda una nación que hace mucho tiene perdida la dignidad y la conciencia. Todo es igual, nada es peor, como en el tango. ¿Hasta cuándo? Hasta el día en que hastiados de ese asqueroso manoseo de lo público, nos rebelemos y estemos dispuestos a enfrentarlos, sin que nos importe algo distinto, a la recuperación de una dignidad perdida, tirada al desfiladero por lo peor que tenemos como sociedad: la policlase.
Prometen bajarles impuestos a los grandes empresarios, quitándole los subsidios a la clase media, porque eso no es rentable. Solo son importantes los 4 o 5 grupos económicos que manejan este país a su antojo. Y mientras pasan un partido de final de campeonato y un reinado, en un domingo, toman decisiones con las que intentan cambiar nuestra Carta Magna, para acomodarla a su antojo. Lo hacen a pupitrazo sucio.
Para eso se unen los que siendo extremistas, sin ser demócratas, posan como Centro Democrático, una amalgama cocida con retazos de arrastrados por el que dirige ese barco de piratas como capitán filibustero. Allí caben "cargamaletas" de políticos que van a gritar desfigurados, como culebreros, los estribillos con los que manipulan la nación. Dan vergüenza la mayoría de los que conforman ese grupo, que sin ser una institución política, tiene la sartén por el mango, quiere que se haga todo a su manera, en el mejor espectáculo de títeres y titiriteros que pueda verse en cualquier parte.
Se les suman liberales que no son liberales de verdad, conservadores que pisotean los principios del partido, movimientos construidos por los que traicionaron a sus partidos para conformar Úes y Cambios Radicales. Pura basura política por donde sea que uno Mira. El país está hastiado. No resiste más la ignominia de esa clase política vergonzosa.
Ojalá no sea tarde para que se levanten las voces de los verdaderos dueños del poder: los electores, el pueblo, los estudiantes, que son vistos como peones en este ajedrez de vergüenza. Ese día, unidos, los arrinconaremos hasta jaque mate. Tenemos que ir haciéndoles perder una a una sus piezas, para acorralarlos y ponerlos en evidencia, como las verdaderas piltrafas que son, impidiéndoles que vuelvan a tener poder.
Ese día llegará, no lo dudo. Gritaremos parodiando a Atanasio Girardot: “Aquí clavo esta bandera, donde se mueve altanera, la del político odioso. Y moriremos dichosos, si esa es la voluntad; compañeros avanzad, nos espera el enemigo, venid a buscar conmigo, la muerte o la libertad”.
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