"Se leyó enterito a don Marcial Lafuente
y fue tras sus pasos como un penitente..."
(Romance de Curro el Palmo - Joan Manuel Serrat)
Quién no recuerda las izadas de bandera, los actos teatrales, las lecturas impostadas alrededor del 23 de abril en el colegio. Se asomaban sanchos, quijotes, romeos y julietas a declarar el amor por el idioma. Era rendir tributo al arma más poderosa del ser humano: la palabra, y un intento porque nos interesáramos en leer.
Mis escarceos con la lectura empezaron desde muy pequeño, gracias a la biblioteca que acumuló mi mamá durante años. En una hilera completa, se asomaban debidamente encarrados y con sugestivos títulos las novelas de Agatha Christie. De allí, sin temor a equivocarme, viene mi gusto por el género negro. Ella fue la maestra, que ha sido acusada mil veces, pero que todos sabemos influyó profundamente a grandes genios que hoy aprovechan este maravilloso mundo del detectivismo y las trampas para buscar al culpable, y vender millones sin ponerse colorados.
Había otras series largas, la de Salvat, de la que aún conservo algunos clásicos, pero hoy quiero contarles una de vaqueros. En las mesas de noche de mis tíos se apiñaban libros uno sobre otro con carátula que parecían sacadas de un afiche hollywoodense. Empecé a meterles diente poco a poco y me pareció que había allí la mejor literatura del mundo. Como si fuera poco, no me costaba terminarlos y, por el contrario, avanzaba rápidamente entre uno y otro. Eran las historias de pistoleros. Mi generación, influenciada por el Llanero solitario, Bonanza y las películas del fin de semana indefectiblemente de vaqueros, nos hacían disfrutar aún más de estas novelas.
Hace poco, en uno de mis habituales recorridos por librerías de segunda en Manizales, llegué al paroxismo cuando vi ahí tirados sobre una mesa unos libritos de esos. Ajados, característica esencial de estos textos leídos, releídos y vueltos a leer; rayados en sus portadas, parecía ser la costumbre antes; y esperando por mí. Pregunté. Cada uno a mil. Me los llevé, por supuesto. Los tuve a prudente distancia durante varios días por miedo a que se rompiera el hechizo. Que me pasara lo que a muchos escritores que se metieron en el mundo de las letras por la evocación del primer libro que los atrapó, pero que temen leerlos luego por el miedo a perder el recuerdo que tienen de cómo los impactó. Los años y las páginas consumidas nos vuelven difíciles de sorprender y esa es una pérdida irreparable, para un lector de culto.
Las novelas de vaqueros son una cosa maravillosa. Hechas para entretener y con un diseño de bolsillo, edición barata, de grandes tirajes y apenas 100 o menos paginitas. Esa es su gracia y lo que les permitió a dos genios del género, Marcial Lafuente Estefanía y Francisco González Ledesma (Silver Kane), publicar un título semanal durante años. Del primero se calcula que escribió unos 2.600, mientras que el segundo pudo llegar a mil. Hay que decir que don Marcial Lafuente, a lo Alejandro Dumas padre, se apoyaba en sus hijos para escribir y hasta su nieto, razón por la cual el sello que se extendió fue el de Estefanía, y pudo haber sido obra de uno o de otro.
Pues me leí estas cinco novelas de un tajo y les tengo que confesar que si bien desafortunadamente uno ya se pilla ciertos trucos y arquetipos, y son muy predecibles, siguen siendo de un entretenido impresionante, muy bien escritas, más allá de errores tipográficos que no faltan, y de ese español de tíos y tías, guapos y guapas, que puede sonarnos tan extraño.
No sé si a la generación postmillenials les pueda interesar, pero si usted se preocupa porque los muchachos no leen, cosa que es bastante cuestionable, intente que arranque por algunos de estos títulos. De pronto, puede ser, aunque hay un abismo generacional con mi época, les pueda empezar a gustar. Si no, no se preocupe, usted se divertirá, leyéndolo. Y si no, las leerá tan rápido, que no perdió tiempo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015