Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Suena raro hablar de la humanización de la salud en una época en la cual, esta materia, tendría que estar no solo implícita en cada una de las atenciones que se dan, sino que la actitud de los profesionales debería de estar caracterizada por el respeto, la consideración, la empatía y la adecuada escucha, entre otros valores. No obstante, en la vida real no es así: quejas, rabias, resentimientos, etc, se suman a duelos por pérdida de la salud y por muertes.
Algunos familiares y dolientes, en la narrativa que surge de las asesorías, cuentan con tristeza cómo fueron atendidos por algunos profesionales, la manera cómo les fue informado el diagnóstico y el posible tratamiento, todo ello dicho con pobre empatía ante el dolor y con indiferencia frente a las expectativas del paciente y su familia.
Cuando se está enfermo, se deben realizar muchos cambios, con el fin de adaptarse a las nuevas condiciones de la vida. Citas médicas, exámenes de diferente índole, colas interminables, frío, calor, lluvia, soledad, miedo, hambre, desesperanza. Quizás -en el fondo- el deseo inmediato es querer salir corriendo y huir de tan agobiante realidad.
Es cierto que el trabajo con el dolor y el sufrimiento de los pacientes y sus familias puede volverse estresante, generar ansiedad y cansancio, esta es una realidad que no puede ocultarse, cabría aquí hacer las siguientes preguntas:
-¿Qué hacen los profesionales de la salud para cuidar su salud mental?
-¿Cómo es su autocuidado emocional?
-¿Cuáles son sus estrategias de afrontamiento ante las dificultades?
-¿Cómo son las relaciones con las personas con las que labora?
-¿Es su vida personal grata y serena?
-¿Cómo cultiva su vida personal e intelectual?
-¿Qué tanto fortalece sus valores y su ética?
-¿Es soberbio y distante?
-¿Qué sabe de la compasión?
-¿Practica la empatía?
-¿Qué concepción tiene acerca de la dignidad?
-¿Cómo está su autoestima?
-¿Cómo ayuda al enfermo a adaptarse a su nueva condición de vida?
-¿Qué sabe de la muerte?
Es cierto que los tiempos cambian y también las condiciones y relaciones entre el enfermo y los profesionales. Hay más tecnología e investigación, las entidades enfocan sus recursos en los adelantos de la medicina, solo que no puede desconocerse que la relación que se genera entre el profesional y el paciente es también emocional y que se requiere no solo de la experiencia del saber, sino de la actitud del ser humano, para que pueda comprender cómo en un momento, a partir de la aparición de una enfermedad, le cambia radicalmente la vida a alguien y a su familia.
Esto se resume en que esas personas no son solo los síntomas o el número de una historia. Estas tienen nombre. apellido, una familia, un trabajo, emociones, sueños y, quizás, todavía un futuro al que le quieren apostar. Humanizar debe ser una tarea que esté en la actitud, en el sentir y en el trato de cada uno de los profesionales de la salud.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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