Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Sin exagerar, el Once Caldas fue el peor equipo de la primera fecha. Sin defensa, sin ataque, sin el balón, sin ideas, sin jugadores para destacar.
El técnico, Francisco Maturana, en rueda de prensa y con fatiga prematura, expresó su descontento.
Variadas interpretaciones tuvo su disgusto. Para muchos fue un llamado severo a quienes asesoran el club para retocar la nómina. Para otros, fue la cuota inicial de una despedida.
Sin futbolistas que marquen diferencias, pierde fuerzas la inspiración de cualquier director técnico. Por experimentado que sea Maturana no es la excepción en este aspecto. El mercado de pases, ha sido su adversario. Aunque hoy su delantera parece potenciarse con Farías, Álvarez y Arango, en la defensa brotan los desaciertos en cada acción de juego.
Las carencias técnicas de los centrales, sus precipitaciones sin medida en zonas activas e inactivas de la pelota, los errores de posicionamiento y , especialmente, la incapacidad para jugar con la intención ajena, ponen en aprietos la estabilidad del equipo y sus resultados. Su debilidad de marca, obliga a rodearlos con tres volantes defensivos, irregulares, que limitan el crecimiento en el ataque.
Respecto al discurso de Pacho, terminado el juego ante Tigres, rival incomodo por su fútbol físico, sus desbordes por las bandas y su presión asfixiante sin soluciones para contrarrestarla, tiene tanto de largo como de ancho.
Sabía Maturana a donde llegaba, que jugadores tenía y cuales eran las perspectivas de renovación o cambio en el listado. Hoy no puede extrañarse frente a los futbolistas disponibles. En su reflexión quizás escapó el caso de la herencia maldita de quienes hasta hace poco condujeron el club en la parte técnica.
Dejaron fichas con vínculo laboral a largo plazo, de escasa rentabilidad, inhábiles para adaptarse al estilo del entrenador, sin opción de ser transferidos de inmediato. Ocupan plaza, desestabilizan algunos el ambiente interno y dificultan los movimientos de mercado.
Hablar de Rodallega, Adrián Ramos o Teo Gutiérrez, era un sueño imposible. Si lo hicieron los asesores, incurrieron en un disparate. Algo va de un deseo a la realidad de la firma de un contrato.
No puede pujar el Once con equipos más fuertes en materia económica por lo desequilibrado del pulso. Ellos eran solo una ilusión, imposible de cuajar por falta de recursos.
Un defensa más, calma las aguas. Seguramente con el y los delanteros en expectativa, no serán penosos los resultados y mejoraría el rendimiento en las cancha. Mucho trabajo tiene por delante el equipo que comanda Maturana si es que en verdad en su mente no se ha debilitado el proyecto. Esto último no lo veo probable, porque a muchos retos difíciles como este, se ha enfrentado el entrenador. El sabe cuando se doblega y cuando no.
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