Antiguamente, ‘pretenso’ se usaba como sustantivo masculino, sinónimo de ‘pretensión’. Y así lo asientan los diccionarios. Todavía. Con carácter de adjetivo, ‘pretenso-a’ es el participio pasivo irregular (desusado, según el diccionario Moliner) de ‘pretender’ (“querer ser o conseguir algo. Dicho de una persona: Cortejar a otra”). Era el único oficio que le daban los diccionarios hasta la vigésima segunda edición del de la Academia de la Lengua (2001), que le añadió el de adjetivo calificativo, ‘supuesto-a’. Todo esto para darle la razón al asiduo corresponsal de LA PATRIA Rogelio Marulanda R., quien tituló una de sus misivas de esta manera: “Un pretenso escritor salamineño” (Voz del lector, 31/12/2018), titular que, según el contexto de la carta, el lector puede traducir por “un supuesto escritor” o “un seudoescritor salamineño”. ¿Cuál de los dos? El señor Marulanda tiene la palabra.
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Más de una vez he hablado de la diferencia que hay entre los verbos ‘abrogar’ y ‘arrogar’, que muchos periodistas veteranos y escritores consagrados confunden. Prueba de esto, la siguiente frase del señor Álvaro Gärtner en su artículo sobre el Carnaval de Riosucio: “…atrae saboteadores envalentonados que se abrogaron la potestad de impedir el ceremonial” (LA PATRIA, 4/1/2019). Obviamente, el verbo que expresa la idea del redactor no es ‘abrogar’, sino ‘arrogar’. En efecto, el primero, transitivo únicamente, (del verbo latino ‘abrogare’ - ‘abolir, privar de, destituir, quitar, suprimir’) significa en Derecho “abolir, derogar”, por ejemplo, “abrogar una ley, un código”. Y el segundo (del latino ‘arrogare’ - ‘interrogar, apropiarse, atribuirse’), como transitivo, quiere decir ‘atribuir, adjudicar’, y, con su naturaleza de pronominal, “apropiarse indebida o exageradamente de cosas inmateriales, como facultades, derechos u honores”, idea que, en su columna, tiene el mal empleado ‘abrogarse’: mal empleado, porque, no sólo expresa una idea diferente, sino porque en ningún caso se usa como pronominal. No tendría sentido.
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La apócope del adverbio ‘tanto’ -‘tan’-, sólo se emplea cuando precede inmediatamente a un adjetivo o a un adverbio, verbigracia, ‘una obra tan hermosa y tan bien realizada, que…’. Es muy frecuente oír o leer la frase ‘tan es así…’, gramaticalmente incorrecta, y que debe cambiarse por ‘tan así es…’ o ‘tanto es así…’. En su artículo ‘Duque-Santos y el caso Medimás’, el senador Jorge Enrique Robledo escribió: “Y tan es mentira, que ya ella admitió…” (LA PATRIA, 7/1/2019). La construcción correcta es ésta: “Y tan mentira es…”, porque, de acuerdo con don Rufino, aunque ‘mentira’ es un sustantivo, en ella está adjetivado, como si se dijera ‘tan mentirosa es’ o ‘tan mentiroso’ (Apuntaciones, 402). Y, aunque no es corriente, puede decirse también ‘tanto es mentira’.
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A quienes practican la religión de Mahoma se les dice ‘musulmanes’, plural masculino del adjetivo ‘musulmán-a’. Su plural femenino, obviamente, es ‘musulmanas’, ‘detalle’ que, extrañamente, olvidó el buen columnista internacional Sergio Muñoz Bata en esta información: “Por primera vez en la historia del Congreso habrá dos mujeres musulmanes” (El Tiempo, 8/1/2019). “…habrá dos mujeres musulmanas”, naturalmente. Ahora bien, cuando decimos ‘los devotos musulmanes’ hablamos también de ‘las devotas musulmanas’, sin necesidad de mencionarlas, no importa lo que digan las ‘devotas feministas’ y su estomagante lenguaje incluyente.
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“Definitivamente el gobierno nacional está en mora de expedir un decreto prohibiendo la venta de la pólvora a nivel nacional”. Es el destacado del artículo del columnista de LA PATRIA Bernardo Mejía Prieto del 7 de enero de 2019. Le sugiero esta versión: “Definitivamente, el gobierno nacional está en mora de expedir un decreto que prohíba la venta de la pólvora en todo el país”. ¿Por qué? Primero, porque ese gerundio, ‘prohibiendo’, está fuera de lugar, y segundo, a ver si empezamos a eliminar de nuestros escritos y discursos la malhadada expresión ‘a nivel de’.
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