Apreciada doctora Annie de Acevedo, me gustan sus consejos y su forma de decirlos y trato de no perdérmela cuando sale en los noticieros con su famosa frase que lleva intrínseco ese pesimismo que me encanta: Sí es posible ser feliz.
Me pareció muy interesante el tema de esta semana sobre las funciones ejecutivas que todos debemos realizar para aprender a manejar el tiempo, así no seamos gerentes de ninguna empresa ni nadie nos pague las horas trabajadas. Aprender a hacer lo importante primero y luego lo urgente, esa es la clave, no permitir que lo urgente no deje tiempo para lo importante. La oí con atención, pero no dio usted ejemplos, tan necesarios en este caso, porque lo más difícil es saber diferenciar. Es más fácil para los empleados de una compañía, pues ellos saben que lo importante es llegar temprano y lo urgente puede esperar para hacerlo tarde, o para las mamás, que tienen claro que lo importante es que el niño crezca sea exitoso y gane plata y lo urgente es que vaya al colegio. Por eso entiendo que haya sido imposible para usted dar siquiera un ejemplo, porque lo urgente y lo importante, dependen de todo; para una mujer, porque para un hombre lo importante es que le funcione y lo urgente es que sea ya. El resto son minucias.
Además de las variables hombre, mujer, edad, estrato social, estado civil, hijos, no hijos, ocupación, profesión y estado del corazón, hay una determinante para todos a la hora de definir lo urgente y lo importante y es el clima en que se vive. Para una mujer que no tiene hijos que mandar al colegio ni debe llegar temprano a la oficina, y vive en tierra caliente ¿es más importante broncearse de 8:30 am a 10:30 am o darle desayuno al marido? En este caso también hay que tener en cuenta otras variables como que esa es la hora de tomar el sol sin que sea cancerígeno y que el marido puede desayunar a las doce del día sin que le dé cáncer. Lo urgente es broncearse, lo importante es la hora ¿cierto?
A las dos de la tarde de un jueves, a 30 grados, lo urgente es hacer una siesta a la sombra y lo importante es no dejarse atormentar por la columna que hay que mandar para publicar el sábado ¿o acaso lo urgente es no dejarse atormentar y lo importante es la siesta?
Doctora, por favor no vaya a pensar que soy una de esas personas sin iniciativa de las que habla usted cuando impulsa a las madres a permitir que sus hijos la tengan, lo que pasa es que en tierra caliente se va mermando, porque el calor no deja hacer ni lo uno ni lo otro, ni tampoco pensar en ello. Ahora que vivo a 800 metros de altura entiendo a los costeños, ellos no tienen la culpa, y eso que aquí es frío comparado con la Costa.
Yo necesitaba este calor, hice hasta lo imposible por vivir aquí en Villeta y poder cambiar de raza progresivamente en la piscina, pero ya no me provoca tanto. Por primera vez en mi vida le temo al sol; de verlo cada día, implacable, poderoso y encendido le he ido cogiendo miedo. Pero lo adoro. Para mí es vacaciones, libertad. El calor me hace sentir viva, el frío, muerta. Prefiero fundirme en el sopor de una siesta revolcándome del calor, que hacer siesta paralizada y con cobija. Prefiero que arreglarme las uñas de los pies sea importante y no urgente, y que nada más importe. Solo el agua de beber y el sol para tomar. Lo importante y lo urgente que se derritan en el calor agobiante que me arropa con la mayor de las delicias soporíferas como es acostarse tarde con el canto estruendoso de las chicharras y sin frío, levantarse a dormitar en la piscina con las golondrinas bajo el sol y hacer siesta sin cobija. Y que estas sean las urgencias de lo único importante.
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