Por estos días los manizaleños estamos viendo cómo los estudiantes de la Universidad de Caldas han estado marchando por nuestras calles, acompañados por algunos directivos y el rector de la Universidad.
Estudiar en una universidad pública en nuestro país tiene muchas ventajas, cuentan con profesores calificados, la matrícula es mucho más económica que la de las universidades privadas, tienen buenas sedes y además, es muy formativa desde el punto de vista de la interacción con compañeros de todos los estratos sociales. Un punto muy importante para la formación que brinda la universidad pública son las asambleas estudiantiles. En éstas los estudiantes aprenden a debatir las ideas en público y conocer de primera mano entre otras, las políticas y el manejo de la educación en Colombia. Claro está, en algunas oportunidades el manejo de las asambleas es pesado, los discursos suelen ser largos y los paros y asambleas permanentes, pueden generar hasta pérdida de semestres.
Las universidades públicas de la ciudad no tienen nada que envidiarle a las de otras ciudades del país. Por ejemplo, la Nacional tiene el campus de La Nubia que es espectacular, con unas instalaciones que se las envidia cualquier universidad del país e inclusive muchas extranjeras, incluidas las gringas.
La Universidad de Caldas como la mayoría de las universidades públicas del país, en los últimos años ha hecho unos esfuerzos impresionantes, aumentando el número de estudiantes, disponiendo de sedes en varios municipios del departamento, mejorando las aulas de clases y dotándolas de la tecnología que exige la educación actualmente. Es de resaltar la construcción del Centro Cultural Rogelio Salmona, obra que está quedando espectacular y que se convertirá sin lugar a dudas en un ícono de nuestra ciudad.
Lamentablemente el gobierno nacional no está apoyando económicamente a estas universidades como debería ser. Por un lado les exige crecimiento y mejoras en sus instalaciones y ampliación en la cobertura, y por el otro no les provee los recursos necesarios para atender estos requerimientos. Es decir, las está ahogando.
En el país hay una alta controversia por el programa “Ser Pilo Paga”, mediante el cual se les da a los estudiantes más pobres del país y con mejores calificaciones la posibilidad para que con un crédito condonable puedan estudiar una carrera. Esta iniciativa que es muy loable está contribuyendo a fortalecer a las universidades privadas. Mediante el programa el alumno pilo puede escoger la universidad que quiera y el Estado paga la matrícula. La discusión se da porque mientras una matrícula, por ejemplo, en la Universidad de los Andes puede costar $16.5 millones, en la Universidad de Caldas vale $100.000, con lo que se está generando sin lugar a dudas una inequidad. Siendo los recursos del programa Ser Pilo Paga del gobierno nacional, debería generarse un mecanismo mediante el cual las universidades públicas también se vean beneficiadas.
La universidad pública está amenazada. El gobierno nacional las está ahorcando. Es por esta razón que la protesta de la Universidad de Caldas se ve razonable. En lo único en que están equivocados los estudiantes y profesores, es en que son prácticamente los únicos que están protestando en el país. Los estudiantes están a punto de convertirse en mártires, porque de seguir con el paro y las asambleas permanentes, se tendrá que cancelar el semestre y no van a lograr nada. Para que el reclamo sea efectivo y se pueda obtener un incremento en las transferencias de la nación, necesitan el apoyo de las otras universidades del país y especialmente de la Universidad Nacional sede Bogotá. De lo contrario, va a ser muy poco lo que van a lograr y mucho lo que van a perder.
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