Todavía no hemos salido de la plaza vieja de Praga, que tiene 13 entradas una de las cuales es una esbelta torre llamada de la Pólvora. Junto a ella se encuentra la Casa Municipal, que fue Palacio Real, en uno de cuyos salones se proclamó el 28 de octubre de 1918 el nacimiento de la nueva república, Checoslovaquia, surgida de las cenizas del imperio austro-húngaro de Francisco José y Sissi. Me dice el guía que la Casa Municipal es el más importante representante del “art nouveau” en Praga.
De la Basílica de Santiago, que tiene uno de los órganos más bellos de Checoslovaquia, se cuentan dos historias que tienen ingrediente macabro. La primera se refiere al conde Vratislao de Mitrovice cuya tumba barroca es la más hermosa del país. Fue enterrado vivo porque al levantar la lápida encontraron el cadáver sentado y no acostado. A la entrada de la Basílica se ve un brazo momificado. Cuenta la leyenda que un ladrón entró a robar las joyas de la Virgen y esta lo agarró de tal manera que fue necesario amputar el brazo del delincuente.
En magnífico edificio se encuentra la Karolinum, la primera universidad fundada en el centro de Europa por el rey Carlos IV y de la que fue rector en su momento Juan Hus. Cerca de esta universidad se encuentra el Teatro de los Estados Generales en el que Mozart hizo el estreno mundial de su ópera Don Giovanni en 1787. Como se ve este centro de la vieja Praga fue un auténtico “hervidero” de cultura.
En la plaza se destaca por su belleza un largo palacio, el Kinsky, de estilo rococó, desde uno de cuyos balcones se dirigió a la multitud Klement Gottwald, el líder comunista, en el golpe de 1948 que convirtió a Checoslovaquia en un país comunista. Las guías hablan de la tienda de ropa que tuvo Hermann Kafka, el padre del escritor en una de las dependencias del Palacio Kinsky.
En la capilla del Ayuntamiento en cuya fachada se encuentra el reloj de Praga se leen en una placa los nombres de los 27 protestantes que fueron ejecutados luego de la batalla de la Montaña Blanca que dio comienzo a la Guerra de los Treinta Años, una de las más famosas que se escenificaron en Europa. La torre del viejo Ayuntamiento mide 69,5 metros de altura y es un lugar privilegiado para admirar la plaza vieja y el centro de Praga. Fue dañada por los bombardeos de los nazis en 1945 y ha sido restaurada. Los jesuitas abanderaron el regreso a la fe católica luego de los episodios de los husitas y de los protestantes. Los discípulos de San Ignacio de Loyola se dedicaron a construir iglesias en las que primaba siempre el estilo barroco. Además de apóstoles de la fe estos religiosos son reconocidos como admirables mecenas de la arquitectura barroca de Praga y no solo de Praga.
Varias tardes de mi estancia en Praga las dediqué a visitar la plaza vieja y a admirar todas las casonas, edificaciones y palacios que la enmarcan y de los que no alcanzo a dar cuenta en estos relatos. Todos estos edificios tienen hermosas pinturas y adornos en sus fachadas. Las guías detalladas de la ciudad explican cada uno de los monumentos y la historia de sus arquitectos y moradores, casi siempre personajes que fueron importantes en la ciudad. ¡Ah, la Plaza Vieja de Praga, plagada de historias y cumbre de la arquitectura!
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