Lo que pasó el pasado miércoles 18 de abril en el Teatro Fundadores de la ciudad merece más de una lectura. Ese día debía realizarse el debate con los candidatos presidenciales para la región del Eje Cafetero organizado por LA PATRIA, Telecafé, la Corporación Cívica de Caldas, la Cámara de Comercio de Manizales por Caldas, Manizales Cómo Vamos y la Alianza de Universidades Suma.
En un principio, de acuerdo con la imagen que se difundió para invitar al evento, la entrada sería libre con cupos limitados. Luego los organizadores, según entiendo debido a las exigencias de las campañas y de los mismos organizadores, decidieron entregar algunas boletas y dejar el palco de 383 lugares para público general. En mi criterio estas decisiones fueron las causantes del desorden, de la cantidad de personas que se sintieron convocadas a un evento que se entendió como de carácter público, pero que estando allí resultó más bien privado: había lugares reservados, fila para algunos y entrada VIP para muchos, lo que ocasionó malestar.
Nada de eso justifica las agresiones a los candidatos Germán Vargas Lleras y su hija y a Iván Duque. Algunos jóvenes hicieron una cadena humana para impedir su ingreso al Teatro Fundadores y tuvo que intervenir la Policía. Aquí podría preguntarse por qué los candidatos entraron por la puerta principal y no por alguna de las entradas laterales donde no había gente. En fin, es llorar sobre mojado y, como dice Lina Ramírez, Directora Ejecutiva de la Cámara de Comercio de Manizales por Caldas, todos somos más inteligentes en pasado y nadie esperaba que las cosas salieran tan mal.
Pero debo decir que, además de las agresiones -mas no la protesta, la protesta es pura democracia-, me tiene molesta con estos hechos otra cosa que sigue siendo delicada en Manizales, y que fue la lectura que se quedó por fuera, luego de analizados los hechos y castigados todos los manizaleños con la cancelación del debate por el comportamientos de unos pocos. En los ejercicios de construcción de identidad de Estoy con Manizales se habla de cuatro valores en los que es necesario que esta ciudad trabaje, bien porque son esenciales, bien porque no son nuestras principales fortalezas: respeto, apertura, solidaridad, confianza.
Faltó el respeto, sí. Y falló, en mi modo de ver, sobre todo, la apertura. Los manizaleños lo dicen de muchas maneras: entradas VIP, gente que hizo cola desde las 7 a.m. y que no pudo entrar, contrastado por gente que llegó faltando cinco minutos a un lugar reservado en primera fila; clasismo, arribismo, aporofobia, digámoslo como sea. Los círculos de poder de esta ciudad son muy estrechos y se hicieron sentir con fuerza a la entrada del debate. Sé que no fue intencional, sé que los organizadores tenían las mejores intenciones, lo sé porque los conozco, porque me lo dijeron y porque les creo, pero para poner en práctica los discursos de inclusión y apertura que nos hacen falta, es necesario que la fila la hagamos todos. O que se diga desde el comienzo que el evento es privado, eso sí no sería para nadie extraño.
Las campañas también tienen su cuota de responsabilidad. No pueden los candidatos participar en esas campañas que buscan sacar a votar a la gente berraca y lavarse las manos y exigir buenas maneras, cuando sus simpatizantes se van a los golpes.
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