Atrincherados en los puestos de dulces

Se hacen invisibles entre el surtido de sus negocios y los clientes se sorprenden al descubrirlos. Desde el Centro hasta la avenida Santander, se pueden encontrar estos búnkeres, refugio para el negocio y el mal clima. Mimetizados.

FREDDY ARANGO PATIÑO

REPORTEROGRAFICO | LA PATRIA

Caminar las calles de Manizales y encontrarse un puesto de dulces en cada esquina no es curioso, pero sí lo es cuando el cliente busca al vendedor y no lo ve porque este se camufla en los empaques de mecato. Se oye la voz que sale del kiosko, y tras ella, el rostro del comerciante que se mueve rodeado de chicles, gomas y toda suerte de antojos, como si fuera uno de ellos. Son parte del paisaje, viven entre dulces, para vender y a la vez protegerse del clima, sea lluvia o sol intenso. Llevan años ganándose la vida de esta forma e integran las curiosidades que se pueden ver cada vez que alguien se antoja de comprar, en un puesto de golosinas. 

"Hasta los extranjeros me han tomado fotos al verme metida en este puesto tan chiquito" dice Marina Diosa, quien lleva 12 años vendiendo los dulces que heredó de su esposo. Cuenta orgullosa que es una ventaja, pues descansa y se protege de los días lluviosos.

Visitar a James Ramírez, en la calle 20 con carrera 22, es como llegar a una tienda de barrio: son 37 años ubicado en este sector, el radio sintoniza una emisora de música popular y los clientes son de toda una vida. El plástico ha sido el amigo permanente en las epocas de invierno.

"Aquí con mi oficina en la Plaza de Bolívar de Manizales", dice Adriana Patricia Amaya, que trae su almuerzo y despacha chitos, bombones y todo lo relacionado con la dulcería.

En el sector del triángulo está Duván Cifuentes, metido en su puesto de dulces. Las paredes tienen avisos clasificados, un ventilador y hasta espejo para cuidar su vanidad.