Se espera otra gran temporada taurina en enero

 LA PATRIA | MANIZALES

Ahora el Concejo de Bogotá estudia un proyecto de Acuerdo para convocar el próximo 25 de octubre a la ciudadanía para decidir si en la capital de la República se permiten las corridas de toros. Poco han valido las leyes y las sentencias de las cortes. Las minorías, supuestamente, no tendrán derecho a hacer valer sus derechos sobre sus aficiones legalmente autorizada en Colombia. Es la negación del Estado de Derecho, que tanto se proclama, pero se vapulea de forma inaudita.

Invitado

Al Alimón, invitó al matador de toros manizaleño, Guillermo Perlaruíz, a escribir semanalmente, si lo tiene a bien, una pequeña nota con las actividades de los toreros colombianos, sobre todo en la provincia y con la nota anexa comienza su colaboración:

Mañana actuarán en Cimitarra Andrés Ruiz, Sebastián Vargas y Cristóbal Pardo. El 19 de julio en Sogamoso torearán Guerrita Chico, David Martínez y los rejoneadores Juan Rafael y Willy Rodríguez. También el 19 en Carmen de Carupa estarán Juanito Ortiz y El Tutu. Ese mismo día en Carmen de Apicalá: Gitanillo de América, Noel Pardo y Ronald Donoso.

Ecos de San Fermín

En la corrida del jueves 9 de julio: Sebastián Castella una oreja. Una faena elegante a su primer astado. Variada y buena estocada. Iván Fandiño una oreja tras dos series importantes con la derecha y una estocada contraria. Alejandro Talavante, silencio en ambos toros. Astados de Victoriano de Río: Muy bien presentados, astifinos, con mucha arboladura y volumen.

Viernes 10 de julio: Triunfo de Miguel Abellán, cortando una oreja a cada uno de sus astados y en el segundo petición de la segunda quedando en deuda la Preidencia. Hostelero en su primer turno fue el mejor astado de la tarde. Miguel Ángel Perera e Iván Fandiño. Toros de Fuente Ymbro con trapío y parejos.

Sábado 11 de julio. El encierro de José Escolar, primero en la vida de este Hierro en San Fermín, corrido por las calles de Pamplona dejó 4 heridos por asta de toro y uno de ellos de gravedad. Lo raro consistió en que uno de los toros de devolvió, constituyéndose en un hecho peligroso.

Respeto, por favor

Así titula José Luís Benlloch su editorial para la revista Aplausos, refiriéndose a Gandía y Xátiva. Parece que estuviera escribiendo para Bogotá. Este es el comienzo: “Corren malos vientos. La moda anti sigue chapoteando por doquier. No cesan. Los nuevos ayuntamientos, a falta de eficacia sobre las cuestiones de auténtico interés, sobre los temas de mayor jerarquía en el bienestar de las gentes, a falta de ideas resolutivas, han adoptado, algunos no todos, los toros como enseña. Ya estamos aquí quieren decir. Es lo fácil. Los toros tienen escaparate y los ataques por ahora les han salido baratos. Así que se dedican a darle palos. La eficacia de los mismos está por ver, quizás consigan el efecto contrario y nos pongan de moda, esa sería nuestra ilusión, quizás nos hagan minoritarios y entonces los grandes medios nos atiendan, pero de momento joden”.

Del recuerdo

Ernest Hemingway en San Fermín

En su primera visita a Pamplona Hemingway quedó profundamente impresionado por los encierros y el toreo. En concreto, en aquel verano del 23 se maravillaría ante el arte de Nicanor Villalta. En sus siguientes visitas, el escritor conocería y entablaría amistad con varios toreros. En la primera etapa de sus estancias en España serían Cayetano Ordoñez “Niño de la Palma” –cuya influencia resultó decisiva para aproximarse a los aspectos esencial del toreo-- y Cagancho quienes ocupasen los primeros puestos de su particular escalafón. Sin embargo, fue en 1953, en su primer viaje a Pamplona tras la guerra civil, cuando Hemingway iniciase la que sería su relación más intensa con un torero: Antonio Ordóñez, hijo de Cayetano.

Hemingway o la pasión por la fiesta. La primera vez que Hemingway visitó España no tenía más interés por el país que el que un turista cualquiera puede mostrar por un nuevo destino. Sin embargo, las corridas de toros, el ambiente festivo y el carácter español le sedujeron de tal modo que, muy especialmente Pamplona, se convirtieron en un segundo hogar para él y en el escenario de algunas de sus mejores novelas.