DIEGO FERNANDO HIDALGO
LA PATRIA | MANIZALES
El 4 de noviembre de 1965 ocurrió un hecho que puede considerarse como de los momentos de tensión y enfrentamiento regional más agitados de esa marcada e histórica rivalidad entre Manizales y Pereira.
Ese día el gobernador de Caldas, Efraín Gärtner Nicholls, al conocer la derrota en el Congreso con la creación del departamento del Quindío, tuvo la iniciativa de cortar el apoyo a todas las obras que se desarrollaban en Pereira, ordenando retirar una maquinaria que se utilizaba para remodelar la vía que conducía al aeropuerto Matecaña.
El alcalde de Pereira reaccionó, impidió el retiro de la maquinaria y ordenó continuar las obras. La prensa pereirana tituló: “El gobierno de Caldas para Manizales declaró hoy la guerra a Pereira. Con la Policía usará las máquinas que tiene en el aeropuerto y las llevará a Manizales”.
Este apunte histórico se reseña en la tesis doctoral Civismo y Educación Pereira y Manizales (1925–1950): Una mirada comparada a sus sociabilidades, visiones de ciudad y cultura cívica, del docente e historiador antioqueño Jhon Jaime Correa Ramírez, que obtuvo la calificación de laureada.
Este podría considerarse como un momento más dentro de la larga serie de disputas entre las dos capitales, marcada por las rivalidades y comparaciones insidiosas sobre las identidades regionales y locales en ambas ciudades, en las que la propaganda cívica jugó un papel muy importante.
La investigación del docente intenta descifrar un momento histórico clave dentro del proceso de modernización de la región a mediados del siglo XX, conociendo con base en qué intereses económicos y políticos surgieron dichas tensiones.
Además, por qué se han exacerbado entre las gentes esas rivalidades absurdas, creadas por las élites de ambas ciudades, que se disputaban el poder regional y, con ello, los recursos públicos, las obras y los sentidos de construcción de civismo, que a la postre han incidido en ciertos imaginarios de ciudad.
LA PATRIA habló con Correa Ramírez.
-¿Cómo surgió la investigación?
Del interés particular de mi experiencia como docente de la UTP para meterme más de lleno con las historias urbanas de las principales ciudades del Eje. Cuando llego a Pereira, al ganar un concurso docente hace nueve años, me encuentro con que la historia que se había hecho hasta ese momento no estaba renovada y se daba una mitificación de ese pasado de la fundación y de los inicios de los procesos de modernización, donde participaron activamente las Sociedades de Mejoras Públicas (SMP), que eran asociaciones voluntarias, privadas, sin ánimo de lucro y que, en muchas ocasiones, hacían las veces del Estado.
-¿Qué se encontró?
El sentido de compromiso cívico de algunos sectores de las élites de ambas ciudades. Además, nuevos profesionales que se incorporaban a la dinámica de las mismas ciudades, con mucho énfasis en lo cívico, con el celo de lo público, luchando por el ornato de la ciudad y la higiene para sentirse a tono con las nuevas modas de progreso de EE.UU. y Europa. Ahí surgen las SMP. Un compromiso con una visión estética y hasta aséptica de la ciudad, con un llamado constante a la ciudadanía y la sociedad civil, a través de la prensa y la radio de la época, para que fueran partícipes de esa transformación de la ciudad y para que exhibieran los valores propios del buen ciudadano cívico.
-¿Hay casos concretos de división?
Los principales grupos de élite y las familias de mayor renombre de cada ciudad se comprometieron con el liderazgo de su propio desarrollo. Llegaban además nuevos profesionales y comerciantes, se necesitan otras vías de comunicación, y de esa manera se empieza a consolidar la meta del desarrollo de cada ciudad como una empresa cívica propia. Desde Pereira se dio la idea de que como tributaba y enviaba recursos a la capital (Manizales), que no eran retribuidos en obras de desarrollo, se empezaron a dar recelos en la administración pública, entre la clase política, y luego se trasladó a las SMP y Cámaras de Comercio. Desde comienzos de los años 30 empiezan esas rivalidades, sobre todo desde Pereira, por buscar más autonomía, que la plata no se fuera para Manizales y se quedara en la ciudad para invertir en escuelas, parques, teatros, entre otros.
En los periódicos LA PATRIA y El Diario (Pereira) se publicaban y comparaban frecuentemente las cifras de mercancías y personas que circulaban a través del Ferrocarril, o la creación de nuevas empresas y sociedades anónimas, como una forma de mostrar el desarrollo de cada ciudad. Por ejemplo, la Licorera de Caldas tenía su sede en Pereira y con la división se fue para Manizales; el Ferrocarril de Caldas, que fue un gran proyecto de modernización de la región, llegó en su primera etapa más rápido a Pereira, hacia el año 1921. Las élites de Manizales no podían darle espera al progreso y por eso emprendieron la obra del cable aéreo para sacar y entrar los productos que se comerciaban en aquellos años, mientras se esperaba impacientemente la llegada del ferrocarril hasta 1927.
-¿Se puede hablar de culpables de la división?
La labor del historiador no es señalar culpables, pero sí identificar cuáles eran los intereses en juego. Había una clara fragmentación del poder regional. A principios del siglo 20 funcionó el acuerdo entre las élites para crear ese departamento, pero la fragmentación llevó a que se lideraran acciones para estar a favor o en contra de la desmembración del mismo.
-Cree que esa división se ve hoy?
Lamentablemente sí y se trasladó a otros ámbitos de la vida cotidiana y sectores populares. Esta división se naturalizó en ambas ciudades, que se ven como enemigas y con diferencias casi que genéticas, cuando a la larga los sectores populares en estas zonas han sido de paso, por las mismas características de la producción del café. También se ve división por el tema de los aeropuertos. Hay aspectos que aún dificultan la posibilidad de que se piensen conjuntamente algunas áreas estratégicas de la planeación del desarrollo regional. Lo ideal es reconocer que hay historias particulares en cada ciudad, pero también habría que mirar las infinidad de nexos históricos que existen en común, para no generar nuevas divisiones.
-¿Qué sugiere para lograr la integración?
Me interesa que el pasado nos sirva para pensar el presente. No es revivir los papeles viejos y relatar la gesta de esos prohombres cívicos, sino entender cuál es el peso de ciertos imaginarios de ciudad sobre el presente. Creo que a ambas ciudades les ha costado pensarse como distintas a esos estereotipos identitarios que vienen del pasado. Hoy tenemos la necesidad de generar nuevos códigos de convivencia, reconociéndonos como ciudades diversas, pluriculturales, porque hay nuevas formas de identidad cultural en esas ciudades. No quedarse evocando el pasado, como si el presente fuera una deformación del pasado. Buscar nuevas claves de civilidad y ciudadanía.
Algunos líderes mencionados en la tesis fueron significativos en el desarrollo de las ciudades y pertenecieron a las Sociedades de Mejoras Públicas y a Clubes del Comercio.
En Manizales: Marceliano Arango, Emilio Robledo, José Tomás Henao, Jesús María Arias, Carlos Pinzón, Alfonso Gutiérrez, Luis Londoño, Constantino Gutiérrez, Gonzalo Villegas, Liborio Gutiérrez, Pedro Henao, Estanislao Estrada, Hernando Arango, Aquilino Villegas, Alfonso Robledo, Fernando Londoño Londoño, el padre Adolfo Hoyos, José Restrepo Restrepo, Gustavo Robledo Isaza, Leonidas Trujillo, Gustavo Larrea.
En Pereira: Manuel Mejía Robledo, Alfonso Jaramillo Gutiérrez, Deogracias Cardona, Nepomuceno Vallejo, Pedro Restrepo, Bernardo Mejía Marulanda, Emilio Trujillo, José A. Londoño, Enrique Ochoa, Marceliano Ossa, Emilio Correa Uribe, Los Drews, los Ángel, los Vallejo, Jorge Roa Martínez.
Jhon Jaime Correa Ramírez nació en Medellín. Es historiador de la Universidad Nacional, sede Medellín; especialista en Gestión y Promoción Cultural de la U. de Antioquia; magíster en Ciencia Política de esa misma institución; doctor en Ciencias de la Educación; docente asociado de planta de la Tecnológica de Pereira; director de la Maestría en Historia de la UTP y director de la revista de Estudios Históricos Regionales. Además es coodirector del grupo de Investigación Interinstitucional entre la UIS y la UTP, calificado en categoría B de Colciencias. Miembro de Número de la Academia Pereirana de Historia.
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