LA PATRIA | MANIZALES
"Jamás acelerarnos en la vida, para no posibilitar la agresión", así inició la conversación Aleida Quintero Valencia, rectora de la Normal Superior de Caldas. La institución presentaba peleas diarias a la salida de clases, con actos de amor, esta directiva logró erradicarlas del plantel.
Con libreta en mano, Aleida, comenzó a preguntarles a los estudiantes que esperaban afuera: nombre, procedencia y a quién esperaban. Luego se aseguraba de que si había alguien perdido, fuera encontrado. Desde ese momento Aleida no ha presenciado la primera pelea a la salida del plantel.
Antes de su llegada, este proceso demoraba 30 minutos hasta que se fuera el último estudiante, ahora demora solo tres minutos y sin peleas, aseguró. Gracias a la formación humana para la convivencia logró desaparecer las riñas. "Con el con amor todo se puede", asegura la rectora.
En la Semana por la paz, que se inició el pasado lunes y va hasta el próximo domingo, Aleida prefirió transmitir por la emisora de la Normal sus propios mensajes de paz acompañados de historias ejemplarizantes. Se construye día a día, y por eso cada vez que coge el micrófono la Normal se silencia porque los estudiantes saben escuchar, tienen capacidad de decisión y autonomía, agregó.
Vocación de toda una vida
Con las manos extendidas sobre la mesa y la mirada sostenida, Aleida contó su decisión de vida para ser maestra, en lo que lleva 39 años. A sus 5 años sintió el llamado para dedicarse a este oficio. "Me veía como maestra y jugaba a serlo", dice. Desde entonces no consideró dedicarse a otra profesión.
Sin embargo, no fue una niña muy juiciosa. A los 7 años, su nota en conducta era de 2, y reconoce que era muy necia, indisciplinada e intolerante. En esa época la Normal daba la opción de estudiar docencia, por eso después de una entrega de notas, se propuso mejorar y presentó el examen para ingresar al bachillerato de la Normal. En 1968, pasó con 5 en sus notas.
"Desde ahí me sentí más feliz de lo que había elegido, porque los maestros eran el ejemplo de vida a seguir, las máximas personas de la ciudad, al lado del alcalde y del sacerdote".
El bachillerato lo pasó estudiando pedagogos clásicos y filósofos que le enseñaron sobre la complejidad del ser humano. Ella se imaginó construir otra sociedad desde la palabra y el trato cariñoso. Y por eso a sus 16 años, empezó a trabajar enseñando a leer y escribir a los niños de la Colonia Escolar Pedro Uribe Mejía, en el Bajo Tablazo. Recuerda que su primer día de docente fue tan feliz como todos en sus 39 años de labor. "En manos de nosotros está el cambio de la sociedad. Somos ejemplo de ética, moral y orientación", concluyó la rectora.
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