Anoche volvió a encenderse la fiesta del teatro en Manizales. La llama del arte en las tablas y en las calles se mantendrá viva hasta el próximo 13 de septiembre, cuando concluya la edición 37 del Festival Internacional de Teatro, en el que participan 37 grupos de 13 países. Serán 27 obras de sala y 14 de calle, con las que la ciudad entera será un gran escenario en el que el arte escénico se paseará anexando nuevos capítulos a esa historia que comenzó hace ya 47 años.
Como invitado de honor está en esta ocasión el Teatro Colón de Bogotá, que pondrá a consideración del público tres coproducciones, todas de primer nivel, y como invitado especial se mostrará Belo Horizonte, de Brasil, con los grupos Espanca (Amores surdos), Teatro Andante (Olympia), Luna Lunera (Aqueles Dois) y Teatro Invertido (Os ancestrais), quienes harán sus presentaciones en español, para facilitar su acceso al público. Hay que destacar, además, que en esta ocasión el tema central nos debe llegar al corazón de los colombianos, al enfocarse en teatro y posconflicto.
Ocho salas de la capital caldense concentrarán la atención de los aficionados al teatro, lo mismo que sendas salas en Supía y Chinchiná, con lo que se da un ejercicio de descentralización del Festival que vale la pena resaltar. Además, en la Plaza de Bolívar, el Parque Ernesto Gutiérrez, el Parque Antonio Nariño (El Cable), la Universidad de Caldas, la Universidad Nacional sede Palogrande, la Media Torta, la Ciudadela del Norte y la Chec (La Uribe) tendrán expresiones de calle, en las que el drama, la tragedia y la comedia se convertirán en vivencia y memoria.
La ciudad comienza a transformarse en una sola fiesta, con teatreros en todas las calles y avenidas, y ese ambiente de cultura itinerante que se observa cada año por esta época. Una vez más el gran Festival de Manizales, ese que es ejemplo para otras ciudades no solo en Colombia, sino en América Latina, empieza a desdoblar su fantasía, a dejar ver sus encantos, sus suspensos y sorpresas, para irse transformando en patrimonio permanente, en voces y expresiones que recordaremos en años más adelante.
El evento de Manizales se ha caracterizado por ser punto de encuentro de propuestas de vanguardia, experimentos que terminan aportando una sustancia novedosa al teatro, en el que las formas tradicionales se yuxtaponen al uso de las nuevas tecnologías y demás lenguajes creativos que generan una atmósfera de ensoñación. Vale la pena, por eso, darse una escapada a las salas o a la calle, mezclarse con la gente del teatro y con los turistas que llegan a gozar de la cultura, que en la mayoría de los casos, además de contar con exigentes niveles de calidad, es gozada gratis por los transeúntes.
Se abrió el telón, los actores ya hacen parte de la cotidianidad por una semana, la alegría y la reflexión se entremezclan y además de carcajadas dejan preguntas y opiniones. El Festival demuestra una vez más que conserva la fuerza de sus primeros días, que hay fiesta para rato y que el vigor cultural de Manizales está cada vez más consolidado. ¡Qué viva el teatro!
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