Un ejercicio académico impulsado por dos arquitectos y profesores universitarios extranjeros, que han visto con ojos nuevos los potenciales ambientales de Manizales, empieza a configurarse en un ambicioso proyecto para que la reserva de San Luis, ubicada entre el colegio San Luis Gonzaga, la Universidad de Caldas y los sectores de Fátima y Betania, se convierta en un verdadero pulmón verde, que pueda ser disfrutado por todos los manizaleños.
Ellos identificaron en ese lugar un punto que envidiarían muchas ciudades intermedias en el mundo, no solo como zona verde despoblada y sin infraestructura, sino como una especie de gran parque que cumpla con las funciones de beneficio para el ambiente, pero que también les abra espacios a la lúdica y a la recreación, a través de elementos articuladores con áreas vecinas y dar lugar al que ha sido llamado Parque Central de Manizales.
Los docentes ven esta idea, enmarcada en el proyecto de investigación Arquitectura, Ciudad y Territorio, como un complemento esencial de la ciudad universitaria que se busca configurar. En el mundo ya se cuenta con experiencias muy positivas en las que, en lugar de prohibir el uso de pulmones como este, se les integra a circuitos de investigación o ecoturísticos, en los que el potencial ambiental se hace más palpable y cercano, y al mismo tiempo con mayores garantías para ser protegido.
Obviamente, el proyecto que se impulsa no pretende causar contaminación, ni agredir el entorno natural, sino hacer que la ciudad sea una vivencia verde. De hecho, en la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que la propia Alcaldía pretende poner a consideración del Concejo Municipal, se habla de convertir a la capital caldense en un gran parque, en el que las áreas tradicionalmente colonizadas por el cemento puedan ganar espacios verdes, y al mismo tiempo, que los bosques internos puedan integrarse de mejor manera a las vivencias ciudadanas.
Es un hecho que la unión de todos esos circuitos, alrededor del Jardín Botánico de la Universidad de Caldas, podrá ser una experiencia única no solo para los manizaleños, sino para visitantes nacionales y extranjeros que se irían maravillados. Podremos tener allí una gran ventaja comparativa, un destacado valor agregado que nos fortalecería como ciudad educadora, cultural, ambiental y turística.
Espacios para la cultura, bibliotecas, ciclorrutas y lugares especiales que sirvan como miradores o puntos de encuentro cívico permitirán un verdadero goce de la ciudad, sin afectar sus valores ambientales. Este lugar, incluso, podría conectarse con el nuevo Centro Cultural Salmona que actualmente se construye, para que se logre una experiencia completa de cultura y disfrute natural.
Así las cosas, y en vista de que se tiene previsto presentar el proyecto a la Administración Municipal en diciembre próximo, esperamos que sea de buen recibo, y que en una integración de esfuerzos entre el sector público, la academia, e inclusive el sector privado, esta iniciativa pueda sacarse adelante. Estamos seguros de que, en caso de concretarse, se convertirá en un interesante referente para las demás ciudades intermedias de Colombia y el mundo, difícil de emular.
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